¿Qué tipo de guerra fue la llamada conquista?

Cuando pensamos en los sucesos bélicos de 1519 a 1521, se tiende a asumir casi siempre el punto de vista de los expedicionarios españoles, sobre todo de su capitán Hernán Cortés, autor de la primera crónica de la misma, sus Cartas de relación. La vemos entonces como una expedición militar que exploró y descubrió tierras desconocidas, encontró un “imperio” indio y lo sometió en un ataque repentino que lo tomó por sorpresa. Esta hazaña de arrojo, astucia y poder militar fue facilitada por “ayudantes” indígenas, pero fue concebida, dirigida y llevada a la victoria por el “genio” de Hernán Cortés. También solemos pensar que el triunfo militar español se debió, de manera determinante, a la superioridad tecnológica occidental (armas de fuego y acero, navegación) sobre las tecnologías mesoamericanas. A partir de entonces se fundó de manera definitiva, e irreversible, un nuevo régimen político basado en la victoria incontestable de los españoles: el dominio colonial de la monarquía española.

Esta visión de la conquista, que perfectamente podría llamarse “invasión”, es equivocada, en términos de la historia militar. Señalaremos sus principales deficiencias.

En primer lugar, no toma en cuenta la duración de esta campaña: 28 meses desde el desembarco en Veracruz en abril de 1519 hasta la victoria sobre los mexicas en agosto de 1521. En 25 de estos meses, a partir de junio de 1519, los expedicionarios y sus acompañantes dependieron al 100% de los alimentos y provisiones que les daban sus amigos, aliados y anfitriones mesoamericanos, sin tener que recurrir al saqueo más que en los periodos más álgidos de combate. Esto significa que la expedición española se incorporó de manera simbiótica a las redes de relaciones políticas y humanas de los mesoamericanos, y dejó de funcionar como un cuerpo extraño y autosuficiente, es decir, como un ejército invasor. La total dependencia de los expedicionarios respecto a sus anfitriones indígenas también nos permite dudar de que pudieran “mandar” sobre quienes en realidad los mantenían con vida, como afirma Cortés que hacían.

En segundo lugar, este modelo tampoco toma en cuenta la magnitud de las fuerzas enfrentadas. El ejército que conquistó México-Tenochtitlan tenía más de 100,000 combatientes, entre los cuales apenas 1,000 eran expedicionarios españoles. Los acompañaban, además, decenas de miles de mujeres, cocineras, servidores, cargadores, etc. Los mexicas y sus pocos aliados habrán movilizado otros 50,000 combatientes, aproximadamente. 

En tercer lugar, esta visión no reconoce la escala misma de los enfrentamientos bélicos. A lo largo de estos 28 meses los expedicionarios combatieron centenares de batallas, tomaron más de cincuentena de plazas, participaron en campañas de meses que recorrieron centenas de kilómetros y culminaron con un sitio de más de 3 meses, con combate en trincheras y batallas urbanas de casa en casa. La decisión de arrasar México-Tenochtitlan también implicó movilizar a miles de personas.

En cuarto lugar, tampoco toma en cuenta el desafío de producción y transporte que significó para los mesoamericanos la movilización sin precedentes de tantos guerreros, aun durante la temporada de lluvias, el abastecimiento de sus tropas y también de sus aliados los expedicionarios, el mantenimiento de campamentos, sitios seguros, redes de comunicación y transporte.

En suma, lo que pasó en el centro de Mesoamérica entre 1519 y 1521 fue una guerra de gran escala, un enfrentamiento entre poblaciones enteras, en muchos sentidos una guerra “total”, como las guerras modernas.  La historia militar nos enseña que para ganar este tipo de guerras es más importante el tamaño de la población y el potencial económico de los estados involucrados, la capacidad de movilización de combatientes y asistentes, la posibilidad de producir y transportar recursos claves, empezando por alimentos. Las ventajas tecnológicas de ciertas armas o la astucia de ciertos comandantes pierden relevancia.

Si los españoles pudieron desplegar su ventaja tecnológica y táctica en algunos episodios claves, como la victoria de los 12 bergantines en el Lago de Texcoco no fue sólo gracias a su “superior” tecnología naval, sino también a los saberes de los leñadores, carpinteros, cargadores y ensambladores mesoamericanos que los adaptaron al entorno lacustre. Las letales cargas de arcabuces y ballestas eran sólo una fase de batallas que se iniciaban y terminaban con grandes combates de infantería en que participaban casi exclusivamente mesoamericanos. Los caballos eran desplegados sólo en circunstancias favorables, generalmente cuando les habían abierto el paso los millares de combatientes mesoamericanos. Gracias a estos apoyos, como ha señalado Matthew Restall, era frecuente que los combatientes españoles se preocuparan más por capturar esclavos como botín que por vencer a los enemigos, tarea que dejaban a sus aliados.

La explicación de la victoria del ejército indo-español sobre los mexicas en 1521 debe tomar en cuenta la geopolítica mesoamericana, las razones estratégicas y tácticas de los diferentes actores indígenas. Los estados aliados más importantes, tlaxcaltecas, texcocanos, chalcas, huejotzingas, totonacas y cholultecas habrán movilizado, cada uno, más de 10 o 20 veces el número de combatientes y asistentes que los que sumaban los expedicionarios españoles. Cada uno de ellos lo hizo por sus propias motivaciones políticas, no simplemente porque Hernán Cortés se los ordenara y menos porque se habían convertido en “súbditos” de un rey de España de cuya lejana existencia apenas tenían noticia y cuyo poder sólo conocían por medio de las armas y la violencia de los propios expedicionarios.

En suma, la conquista fue abrumadoramente una guerra mesoamericana, tal vez la mayor de la historia de esta región, catalizada por la presencia española, pero planteada  de acuerdo con la geopolítica del centro de Mesoamérica, producto de las relaciones políticas de sus grandes ciudades, resultado de las formas de combatir y gobernar, de alimentar y acompañar, de curar y morir de sus hombres y sus mujeres. Una guerra librada no sólo con las heridas y muerte de los combatientes, sino sobre las espaldas de los cargadores, con los cuerpos de las mujeres, sobre los cadáveres de cientos de miles de civiles. En muchos sentidos, la historia de esta guerra de 1519 a 1521 está por escribirse.

Para citar: Federico Navarrete , ¿Qué tipo de guerra fue la llamada conquista?, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/index.php/amoxtli/2678/2676. Visto el 11/11/2024