[...] los Españoles estaban ya en Tlascala, resposados y curados: y habiendo tomando alas y animo, por razón del socorro que les había llegado, y de la matanza de gente que hacia la pestilencia, teniendo por cierto que los favorecía Dios, y estando ya confederados con los Tlascaltecas, y entendiendo en dar orden a todo lo necesario, para volver contra los Mejicanos: comenzaron á labrar los Bergantines, de que tenían necesidad, para darles guerra por el agua. Cortaron toda la madera que era menester, (que la habia muy buena en aquellos montes), y los maestros, que para esto habia entre ellos, dieron traza como se labrasen todas las piezas que eran necesarios para hacer un buen Bergantín: y de allí tomaron los Indios la traza de la madera que se habia de labrar, para diez ó doce Bergantines; y comenzaron todos a entender, hasta acabar de tener labrados todas las piezas que eran menester, para todos los Bergantines: y no los armaron, sino tomaron toda la madera a cuestas. Y asi los Españoles como los Indios, hechos en Ejercito (cosa muy de ver en la cantidad, y en los aparejos que llevaban) comenzaron á marchar hasta la Ciudad de Tetzcuco, y pusieron la madera que llevaban a la lengua del Agua y comenzaron [95] a clavar las piezas, las unas con las otras: Lo cual hecho, las brearon con brea, según que suelen brear los Navios; y otros hacían los otros menesteres necesarios, y metieron en los Bergantines la artilleria y armas que se suelen usar en las guerras Navales.