El servicio del palacio de Moctezuma a la hora de la comida

Texto original con ortografía de la época:

Dejemos de hablar en esto, y volvamos a la manera que tenía en su servicio al tiempo de comer, y es desta manera: que si hacía frío teníanle hecha mucha lumbre de ascuas de una leña de cortezas de árboles que no hacían humo; el olor de las cortezas de que hacían aquellas ascuas muy oloroso; y porque no le diesen más calor de lo que él quería, ponían delante una como tabla labrada con oro y otras figuras de ídolos, y él sentado en un asentadero bajo, rico e blando, e la mesa también baja, hecha de la misma manera de los asentaderos, e allí le ponían sus manteles de mantas blancas y unos pañizuelos algo largos de lo mismo, y cuatro mujeres muy hermosas y limpias le daban aguamanos en unos como a manera de aguamaniles hondos, que llaman jicales, y le ponían debajo para recoger el agua otros a manera de platos, y le daban sus toallas, e otras dos mujeres le traían el pan de tortillas; e ya que comenzaba a comer, echábanle delante una como puerta de madera muy pintada de oro, porque no le viesen comer; y estaban apartadas las cuatro mujeres aparte, y allí se le ponían a sus lados cuatro grandes señores viejos y de edad, en pie, con quien el Montezuma de cuando en cuando platicaba e preguntaba cosas, y por mucho favor daba a cada uno destos viejos un plato de lo que él comía; e decían que aquellos viejos eran sus deudos muy cercanos, e consejeros y jueces de pleitos, y el plato y manjar que les daba el Montezuma comían en pie y con mucho acato, y todo sin mirarle a la cara. Servíase con barro de Cholula, uno colorado y otro prieto. Mientras que comía, ni por pensamiento habían de hacer alboroto ni hablar alto los de su guarda, que estaban en las salas cerca de la del Montezuma. Traíanle frutas de todas cuantas había en la tierra, mas no comía sino muy poca, y de cuando en cuando traían unas copas de oro fino, con cierta bebida hecha del mismo cacao, que decían era para tener acceso con mujeres; y entonces no mirábamos en ello; mas lo que yo vi, que traían sobre cincuenta jarros grandes hechos de buen cacao con su espuma, y de lo que bebía; y las mujeres le servían al beber con gran acato, y algunas veces al tiempo del comer estaban unos indios corcovados, muy feos, porque eran chicos de cuerpo y quebrados por medio de los cuerpos, que entre ellos eran chocarreros; y otros indios que debían de ser truhanes, que le decían gracias, e otros que le cantaban y bailaban, porque el Montezuma era muy aficionado a placeres y cantares, e a aquéllos mandaba dar los relieves y jarros del cacao; y las mismas cuatro mujeres alzaban los manteles y le tornaban a dar agua a manos, y con mucho acato que le hacían; e hablaba Montezuma a aquellos cuatro principales viejos en cosas que le convenían, y se despedían de él con gran acato que le tenían, y él se quedaba reposando; y cuando el gran Montezuma había comido, luego comían todos los de su guarda e otros muchos de sus serviciales de casa, y me parecen que sacaban sobre mil platos de aquellos manjares que dicho tengo: pues jarros de cacao con su espuma, como entre mexicanos se hace, más de dos mil, y fruta infinita. Pues para sus mujeres y criadas, e panaderas e cacaguateras era gran cosa la que tenía.

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 249-250
Lugar(es):
  • México-Tenochtitlan
Persona(s):
  • Moctezuma Xocoyotzin