Cortés resuelve enfrentar a Narváez en Cempoala y deja como encargado en México a Pedro de Alvarado

Texto original con ortografía de la época:

Consolóle mucho con la noticia que le dio fray Bartolomé de Olmedo de la buena disposición que había reconocido en la gente de Narbáez, por la mayor parte deseosa de la paz, o con poco afecto a sus dictámenes; y no desconfió de hacerle la guerra, o traerle al ajustamiento que deseaba, con la fuerza, o con la flojedad de sus mismos soldados. Comunicó uno y otro a sus capitanes, y considerados los inconvenientes que por todas partes ocurrían, se tuvo por el menor o el menos aventurado salir a la campaña con el mayor número de gente que fuese posible, procurar incorporarse con los indios que se habían prevenido en Tlascala y Chinantla, y marchar unidos la vuelta de Zempoala; con presupuesto de hacer alto en algún lugar amigo, para volver a introducir desde más cerca las pláticas de la paz; logrando la ven- taja de capitular con las armas en la mano, y la conveniencia de asistir en paraje donde se pudiese recoger la gente de Narbáez, que se determinase a dejar su partido. Publicóse luego entre los soldados esta resolución, y se recibió con notable aplauso y alegría.

[254] Resolvió dejar en Méjico hasta ochenta españoles a cargo de Pedro de Alvarado, que pareció a todos más a propósito, porque tenía el afecto de Motezuma; y sobre ser capitán de valor y entendimiento, le ayudaban mucho la cortesanía y el despejo natural, para no ceder a las dificultades y pedir al ingenio lo que faltase a las fuerzas. Encargóle que procurase mantener a Motezuma en aquella especie de libertad que le hacía desconocer su prisión; resistiendo cuanto fuese posible que se estrechase a pláticas secretas con los mejicanos: dejó a su cargo el tesoro del rey y de los particulares; y [255] sobre todo le advirtió «cuánto importaba conservar aquel pie de su ejército en la corte, y aquel príncipe a su devoción»; presupuestos a que debía encaminar sus operaciones con igual vigilancia, por consistir en ellos la común seguridad.

A los soldados ordenó «que obedeciesen a su capitán, que sir- viesen y respetasen con mayor solicitud y rendimiento a Motezuma, que corriesen de buena conformidad con su familia y los de su cortejo», exhortándolos por su misma seguridad a la unión entre sí, y a la modestia con los demás. Despachó correo a Gonzalo de Sandoval, ordenándole que le saliese a recibir, o le esperase con los españoles de su cargo en el paraje donde pensaba detenerse, y que dejase la fortaleza de la Vera-Cruz a la confianza de los confederados, que sería poco menos que abandonarla; porque ya no era tiempo de mantenerse desunidos, ni aquella fortificación que se fabricaba contra los indios, era capaz de resistir a los españoles. Previno los víveres que parecieron necesarios, para no ir a la providencia o a la extorsión de los paisanos: hizo juntar los indios de carga que habían de conducir el bagaje; y tomando la mañana el día de la marcha, dispuso que se dijese una misa del Espíritu Santo, y que la oyesen todos sus soldados, y encomendasen a Dios el buen suceso de aquella jornada: protestando en presencia del altar que sólo deseaba su servicio y el de su rey, inseparables en aquella ocurrencia; y que iba sin odio ni ambición, puesta la mira en ambas obligaciones, ya asegurado en lo mismo que abogaba por él la justicia de su causa.

Para citar:
de Solís y Rivadeneyra, Antonio , Historia de la Conquista de Méjico: población y progresos de la América Septentrional conocida por le nombre de Nueva España, Madird, Espasa-Calpe, 1970 [1684], pp. 253-255
Lugar(es):
  • México-Tenochtitlan
Persona(s):
  • Hernando Cortés
  • Gonzalo de Sandoval
  • Pedro de Alvarado
Actor(es):
  • Soldados
  • indios aliados de Cortés