Los principales de Tlaxcala, Cholula y Cempoala intentan de disuadir a Cortés de ir a México-Tenochtitlán

Texto original con ortografía de la época:

Y después que aquella nuestra partida entendieron los caciques mayores de Tlascala, que se decían Xicotenga el viejo e ciego, y Mase-Escaci, los cuales he nombrado otras veces, les pesó en el alma, e enviaron a decir a Cortés que ya le habían dicho muchas veces que mirase lo que hacía, e se guardase de entrar en tan grande ciudad, donde había tantas fuerzas y tanta multitud de guerreros; porque un día u otro nos darían guerra, e temían que no podríamos salir con las vidas; e por la buena voluntad que nos tienen, que ellos quieren enviar diez mil hombres con capitanes esforzados, que vayan con nosotros con bastimento para el camino. Cortés les agradeció mucho su buena voluntad, y les dijo que no era -'joto entrar en México con tanta copia de guerreros, especialmente siendo tan contrarios los unos de los otros; que solamente había menester mil hombres para llevar los tepuzques e fardaje e para adobar algunos caminos. Ya he dicho otra vez que tepuzques en estas partes dicen por los tiros, que son de hierro, que llevábamos; y luego despacharon los mil indios muy apercibidos; e ya que estábamos muy a punto para caminar, vinieron a Cortés los caciques e todos los más principales guerreros de Cempoal que andaban en nuestra compañía, y nos sirvieron muy bien y lealmente, e dijeron que se querían volver a Cempoal, y que no pasarían de Cholula adelante para ir a México porque cierto tenían que si allá iban, que habían de morir ellos y nosotros, e que el gran Montezuma los mandaría matar, porque eran personas muy principales de los de Cempoal, que fueron en quitarle la obediencia para que no se diese tributo, y en aprisionar sus recaudadores cuando hubo la rebelión ya por mí otra vez escrita en esta relación. Y como Cortés les vio que con tanta voluntad le demandaban aquella licencia, les respondió con doña Marina e Aguilar que no hubiesen temor ninguno de que recibirían mal ni daño, e que, pues iban en nuestra compañía, que ¿quién había de ser osado a los enojar a ellos ni a nosotros? E que les rogaba que mudasen su voluntad e que se quedasen con nosotros, y les prometió que les haría ricos; e por más que se lo rogó Cortés, e doña Marina se lo decía muy afectuosamente, nunca quisieron quedar, sino que se querían volver; e como aquello vio Cortés dijo: "Nunca Dios quiera que nosotros llevemos por fuerza a esos indios que tan bien nos han servido"; y mandó traer muchas cargas de mantas ricas, e se las repartió entre todos, e también envió al cacique gordo, nuestro amigo, señor de Cempoal, dos cargas de mantas para él y para su sobrino Cuesco, que así se llamaba otro gran cacique; y escribió al teniente Juan de Escalante, que dejábamos por capitán, y era en aquella sazón alguacil mayor, todo lo que nos había acaecido, y cómo ya íbamos camino de México, e que mirase muy bien por todos los vecinos, e se velase, que siempre estuviese de día e de noche con gran cuidado; que acabase de hacer la fortaleza; e que a los naturales de aquellos pueblos que los favoreciese contra mexicanos, y no les hiciese agravio, ni ningún soldado de los que con él estaban; y escritas estas cartas, y partidos los de Cempoal, comenzamos de ir nuestro camino muy apercibidos.

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 229-230
Lugar(es):
  • Cholula
Persona(s):
  • Hernando Cortés
  • Jerónimo de Aguilar
  • Marina
Actor(es):
  • cacique(s)