Caciques y Moctezuma recibe a Cortés y sus huestes en su entrada a la ciudad

Texto original con ortografía de la época:

Había dos leguas de calzada que pasar hasta Méjico, y se tomó la mañana, porque deseaba Cortés hacer su entrada, y cumplir con la primera función de visitar a Motezuma, quedando con alguna parte del día para reconocer y fortificar su cuartel. Siguióse la marcha con la misma orden; y dejando a los lados la ciudad de Magicalcingo en el agua, y la de Cuyoacan en la ribera, sin otras grandes poblaciones que se descubrían en la misma laguna, se dio vista desde más cerca y no sin admiración, a la gran ciudad de Méjico, [179] que se levantaba con exceso entre las demás, y al parecer se le conocía el predominio hasta en la soberbia de sus edificios. Salieron a poco menos que la mitad del camino más de cuatro mil nobles y ministros de la ciudad a recibir el ejército, cuyos cumplimientos detuvieron largo rato la marcha aunque sólo hacían reverencias, y pasaban delante para volver acompañando. Estaba poco antes de la ciudad un baluarte de piedra, con dos castillejos a los lados, que ocupaban todo el plano de la calzada, cuyas puertas desembocaban sobre otro pedazo de calzada, y ésta terminaba en una puente levadiza, que defendía la entrada con segunda fortificación. Luego que pasaron desviando a los lados, para franquear el paso al ejército, y se descubrió una calle muy larga y espaciosa, de grandes casas, edificadas con igualdad y correspondencia, cubiertos de gente los miradores y terrados; pero la calle totalmente desocupada; y dijeron a Cortés, que se había despejado cuidadosamente, porque Motezuma estaba en ánimo de salir a recibirle, para mayor demostración de su benevolencia. Poco después se fue dejando ver la primera comitiva real, que serían hasta doscientos nobles de su familia, vestidos de librea, con grandes penachos, conformes en la hechura y el color. Venían en dos hileras con notable silencio y compostura, descalzos todos, y sin levantar los ojos de la tierra; acompañamiento con apariencias de procesión. Luego que llegaron cerca del ejército, se fueron arrimando a las paredes en la misma orden, y se vio a lo lejos una gran tropa de gente mejor adornada, y de mayor dignidad, en cuyo medio venía Motezuma sobre los hombros de sus favorecidos, en unas andas de oro bruñido, que brillaba con proporción entre diferentes labores de pluma sobrepuesta, cuya primorosa distribución procuraba oscurecer la riqueza con el artificio. Seguían el paso de las andas cuatro personajes de gran suposición, que le llevaban debajo de un palio, hecho de plumas verdes, entretejidas y dispuestas de manera que formaban tela, con algunos adornos de argentería; y poco delante iban tres magistrados con unas varas de oro en las manos, que levantaban en alto sucesivamente, como avisando que se acercaba el rey, para que se humillasen todos, y no se atreviesen a mirarle: desacato que se castigaba como sacrilegio. Cortés se arrojó del caballo poco antes que llegase, y al mismo tiempo se apeó Motezuma de sus andas, y se adelantaron algunos indios, que alfombraron el camino, para que no pusiese los pies sobre la tierra, que a su parecer era indigna de sus huellas.

Prevínose a la función con espacio y gravedad, y puestas las dos manos sobre los brazos del señor de Iztacpalapa y el de Tezcuco, sus sobrinos, dio algunos pasos para recibir a Cortés.

Para citar:
de Solís y Rivadeneyra, Antonio , Historia de la Conquista de Méjico: población y progresos de la América Septentrional conocida por le nombre de Nueva España, Madird, Espasa-Calpe, 1970 [1684], pp. 178-179
Lugar(es):
  • Iztapalapa
Persona(s):
  • Hernando Cortés
  • Moctezuma Xocoyotzin
Actor(es):
  • cacique(s)