Las razones de la resistencia mexica (I)

En mayo de 1521, el gobierno de México-Tenochtitlan, encabezado por Cuauhtémoc, nunca coronado tlatoani, tomó la determinación de resistir hasta la última consecuencia el ataque concertado de unos 50,000 a 200,000 guerreros mesoamericanos y un millar de expedicionarios españoles, al cual podrían enfrentar con unos 20,000 a 50,000 hombres. Además de la desventaja numérica, los mexicas estaban rodeados por todos lados, no tenían agua potable. Cuando su flota de acalli, canoas, fue destruida en la primera batalla naval por los bergantines construidos por los tlaxcaltecas y texcocanos, con tecnología española, perdieron la posibilidad de abastecerse y de atacar a sus enemigos en tierra. Estaban pues, virtualmente vencidos.

 Esta decisión fatídica tuvo como desenlace predecible la destrucción casi total de México-Tenochtitlan y de buena parte de México-Tlatelolco. En nuestra historia nacionalista mexicana, construida a partir de 1821, se ha glorificado como una gesta heroica de resistencia, asimilable a otras gloriosas derrotas de nuestro maltrecho orgullo. En general ha sido vista como algo inevitable: los mexicas, un pueblo guerrero y conquistador, tenían que resistir casi hasta el último guerrero, y con la muerte de decenas de miles de mujeres, niñas y niños, ancianas y ancianos.

Sin embargo, la resistencia fue una decisión consciente, y existía una alternativa, una rendición negociada ante el aislamiento casi total y la patente debilidad de los mexicas. Ésta hubiera implicado con seguridad un cambio dinástico y la subordinación del aparato militar tenochca a los vencedores, pero hubiera salvado la vida de más de 100,000 personas, y evitado la destrucción de la ciudad misma. Un acomodo así hubiera seguido además, viejas formas de hacer política en Mesoamérica, como le pasó antes a Azcapotzalco, Texcoco y otros pueblos.

Para entender la acérrima resistencia de los mexicas entre mayo y agosto de 1521, encabezada por Cuauhtémoc, hay que comprender varias dinámicas particulares de ese altépetl, así como el impacto de los dos años de guerra desde la llegada de los españoles en 1519. También hay que dejar de lado las capas de nacionalismo que desde el siglo XIX han glorificado este episodio.

En primer lugar, hay que tomar en cuenta que los mexicas, un altépetl dividido en dos partes, México-Tenochtitlan y México-Tlatelolco, eran gobernados por una élite dinástica bastante reducida, de origen colhua tolteca. Este grupo, había consolidado su dominio del poder en 1427, tras la rebelión encabezada por el tlatoani Itzcóatl contra Azcapotzalco. Esta libró a su altépetl de la dominación de los tepanecas y fundó una nueva Triple Alianza con Tacuba y Texcoco, que había roto con su antiguo aliado Azcapotzalco. Una voltereta análoga a la que hizo Texcoco en 1519 a 1521.

Mientras tanto, México-Tlatelolco siguió gobernado por otra dinastía de tlatoque de origen tepaneca, descendientes del otrora poderoso linaje azcapotzalca. En 1473, los gobernantes de Tenochtitlan invadieron Tlatelolco y asesinaron al tlatoani de esa ciudad, Moquíhuix, imponiendo su gobierno directo sobre ella.

El poder de esta élite gobernante se basaba en la guerra continua para expandir el territorio bajo el dominio mexica y de la Triple Alianza, esto permitía confirmar su legitimidad y repartir entre el resto de la población de las dos ciudades parte de los beneficios de las conquistas. También les permitió apoderarse de las tierras de muchas comunidades del Valle de México, en las riberas del lago de Texcoco, sobre todo. Eran, sin lugar a dudas, el grupo gobernante más poderoso de la Cuenca, pero compartían su poder con los gobernantes de Texcoco, Chalco y otros grandes altépetl.

La élite gobernante mexica no era muy numerosa y se diferenciaba del resto de los miembros de ese altépetl, que no eran de origen colhua. Los mexicas tampoco eran la totalidad de la población de México-Tenochtitlan y México-Tlatelolco, entre 50,000 y 100,000 personas, pues también vivían en la ciudad cargadores y personas sin tierra, ocupadas de las labores más humildes, y comúnmente referidos como otomíes. En la Cuenca de México en su conjunto, deben haber vivido unas 500,000 a 1,000,000 de personas.

En el año 1-caña, 1519, la llegada de los españoles significó una amenaza directa al poder de los gobernantes tenochcas. En primer lugar, al definir a Moctezuma como el único señor o rey de todo un imperio (lo que no era en realidad), Hernán Cortés dirigió toda su estrategia de conquista, su agresión velada y sus ofertas de sometimiento a él directamente, y facilitó que los demás actores políticos indígenas se pusieran en su contra. De esta manera, el asalto de Cortés, sobre todo cuando logró reunir la animosidad tlaxcalteca, la astucia política texcocana y el apoyo de los populosos chalcas, puso en peligro de muerte a la élite dinástica expansionista mexica.

Ante esta amenaza a partir de abril de 1519, la élite gobernante mexica parece haberse dividido en dos facciones. Una conciliadora, encabezada por Moctezuma, buscaba negociar con los recién llegados y evitar que los aliados mesoamericanos aprovecharan demasiado la situación. Otra belicista, encabezada por Cuitláhuac, y luego por Cuauhtémoc, favorecía enfrentar directamente a los expedicionarios.

Las dudas y contradicciones en la estrategia de los mexicas ante el avance español, ofreciendo presentes y veladas invitaciones en ocasiones y amagando con violencias militares y sobrenaturales en otras, puede ser explicada como producto de estas diferencias y de la incapacidad de la élite tenochca para ponerse de acuerdo. Finalmente para noviembre de 1519, Moctezuma, como tlatoani en funciones, se impuso y trató de negociar una salida lo menos violenta posible con Hernán Cortés y sus aliados. En mayo de 1520, el ataque a traición de los expedicionarios encabezados por Pedro de Alvarado y los tlaxcaltecas en Templo Mayor marcó el fin de la estrategia conciliatoria de Moctezuma y la derrota temporal de su facción, marcada por la trágica muerte del tlatoani un mes más tarde.

A lo largo de los dos meses que duró la guerra en México-Tenochtitlan, la facción belicista se impuso y el nuevo tlatoani Cuitláhuac hizo de la derrota de los invasores su principal objetivo político y militar. Sin embargo, como ha mostrado Miguel Pastrana en su amoxtli, “Los mexicas y sus políticas de alianzas durante la conquista” (https://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2673/2670), en los meses que siguieron la desastrosa retirada española, sus tentativas de atraer a sus antiguos vasallos a su bando, con promesas de bajas en tributos, fracasaron por completo. La muerte de Cuitláhuac, a fines de 1520, debilitó aún más a los mexicas. Su sucesor, Cuauhtémoc, antiguo gobernador de Tlatelolco, no pudo siquiera ser investido como tlatoani en medio de la guerra. Si bien durante los primeros meses de 1521 los mexicas fueron capaces de responder a los ataques de sus enemigos en el Valle de México, para mayo de 1521 se encontraban por completo rodeados y aislados, virtualmente derrotados.

Para citar: Federico Navarrete , Las razones de la resistencia mexica (I), México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2701/2701. Visto el 28/03/2024