Los efectos demográficos de las epidemias con mortalidad catastrófica

En el último siglo la humanidad no ha padecido epidemias con mortalidad catastrófica.  La última fue el brote de influenza española en los años 1918-1919, durante un periodo de estrés en la sociedad a causa de la Primera Guerra Mundial. La pandemia mundial de Covid-19 ha causado una mortalidad de entre cuatro y cinco por ciento de los infectados que, comparado con epidemias históricas, es leve.  La gente hoy en día no está acostumbrada a vivir con el temor de enfermedades contagiosas y letales como en el pasado, antes de las innovaciones de la medicina occidental y el descubrimiento de nuevas medicinas para combatir las bacterias y virus.

Desde hace más de cuarenta años he investigado el tema de la demografía histórica de las poblaciones indígenas en las Américas después de 1492 y los efectos de las epidemias de enfermedades altamente contagiosas traídas del viejo mundo. Quisiera comentar, en términos generales, algunas de las conclusiones de mis investigaciones que quizá resulten un poco controversiales. A mi juicio hay que tomar en cuenta los patrones demográficos de las poblaciones europeas para entender lo que pasó en las Américas, especialmente los patrones posteriores a los brotes. Aunque el análisis de las epidemias del siglo XVI en las Américas carece de datos detallados de las tasas de mortalidad y natalidad antes y, particularmente, después de los brotes, mis estudios de las poblaciones indígenas de los siglos XVII y XVIII muestran la formación de nuevas familias después de los brotes y tasas más altas de natalidad, que es un patrón documentado también para las poblaciones europeas contemporáneas.

Lo primero que hay que examinar son las características de las poblaciones, o sea, si era una población sedentaria o no sedentaria y la estructura de la población por género y edades. Las poblaciones no sedentarias eran más frágiles frente las epidemias, como las de las misiones de la Baja California en el norte de la Nueva España, donde hubo altas tasas de mortalidad infantil y desequilibrios de género con más hombres que mujeres. Un estudio del caso de la misión de Mulegé mostró que menos de 10 por ciento de los niños nacidos sobrevivieron para cumplir 10 años de vida. Las  poblaciones no eran suficientemente grandes para que enfermedades como la viruela ocurrieran en forma endémica y los brotes ocurrían más o menos una vez por generación.  La epidemia de viruela de 1781-1782 que sacudió la población de las misiones empezó en la Ciudad de México dos años antes, en 1779, y fue transmitida de comunidad en comunidad hacia el norte. Durante este brote en la Ciudad de México practicaron un nuevo tratamiento en el Hospital de San Hipólito: la inoculación por variolación. Tres de los misioneros en la Baja California redujeron la tasa de mortalidad con el mismo tratamiento, sin embargo, las epidemias y condiciones de salud en las misiones ocasionaron que en cuatro o cinco generaciones estas poblaciones casi desaparecieran por completo.

El análisis de los patrones demográficos de las poblaciones sedentarias de las misiones entre los guaraníes en la región del Río de la Plata en Sudamérica muestra otro patrón que fundamenta una nueva hipótesis sobre los efectos de las epidemias en las poblaciones indígenas. Existen datos detallados sobre los brotes del siglo XVIII en términos de la estructura de las poblaciones y de la mortalidad por género y edad, así como la frecuencia de las epidemias y los patrones después de los brotes. Una sociedad bajo estrés puede evidenciar mortalidad catastrófica durante las epidemias.  Esto ocurrió durante la conquista de México y también en las poblaciones de las misiones guaraníes durante la década de 1730.  Durante estos años los oficiales reales movilizaron a miles de guaraníes para formar milicias, además hubo escasez de alimentos en 1734 y 1735 y brotes de enfermedades contagiosas en 1733, 1735-1736 y 1738-1740.  Según el censo de 1731 antes de la crisis la población era de aproximadamente 141,000 personas pero entre 1733-1740 murieron más de 90,000 mil guaraníes.  En el último brote hubo tasas de mortalidad que en algunos casos fue de más del 50 por ciento de la población.  La población de la misión de San Lorenzo, por ejemplo, era de 6,420 a fines de 1731 y para fines de 1739 solo quedaba 974 habitantes.  Durante el brote de viruela de 1739 la tasa bruta de mortalidad fue de 557 por cada mil habitantes, o sea el 55.7 por ciento de la población.  Esto ocurrió dos siglos después del primer contacto sostenido con los europeos en el siglo XVI.

La misión de Nuestra Señora de Loreto ofrece otro ejemplo de la mortalidad durante los brotes de la década de 1730 pero también la mortalidad catastrófica que ocurrió una generación después, durante otra etapa de guerra en la década de 1760. La población de la misión era de 7,048 en 1731 y disminuyó a 1,756 en 1739. La población creció de nuevo y para 1763 había ya 4,659 habitantes. Sin embargo, soldados en campaña propagaron de nuevo la viruela en las misiones y en 1765 el brote mató a más de 2,000 personas (46.5 por ciento de la población) quedando solo 2,395 guaraníes.

Las poblaciones de las misiones guaraníes padecían un brote epidémico por generación, o sea, cuando ya había un número suficiente de gente nacida desde el último brote para mantener la cadena de infección, como ocurrió en el caso de Loreto.  Aunque las poblaciones no eran suficientemente grandes para mantener las enfermedades en forma endémica las epidemias se propagaban por medio del comercio, que se realizaba utilizando los ríos navegables de la región, y con el movimiento de soldados en campaña durante la larga historia de conflicto regional. Miles de guaraníes vivían en comunidades muy compactas, como se puede apreciar en la Figura 3 que es un croquis de una de las misiones. Sin embargo, a pesar de las tasas catastróficas las poblaciones no evidenciaban desequilibrios de género y edades, y después de los brotes hubo un incremento en la formación de nuevas familias y tasas de natalidad más altas, por lo que las poblaciones crecían de nuevo.

En una de mis publicaciones comenté que estudiar los patrones demográficos del siglo XVI es como construir casas en la arena, no tiene cimientos, es decir, carece de los datos necesarios para presentar una interpretación completa de los efectos de las epidemias y los patrones demográficos después de los brotes, por ejemplo, en México. ¿Crecían las poblaciones de nuevo después de los brotes? Los modelos generales formulados en los años 1960 y 1970 por investigadores como Alfred Crosby no explican adecuadamente lo que ocurrió en las Américas después de 1492, y todos los factores que contribuían al desarrollo demográfico.  Necesitamos más estudios de caso que documenten las variaciones y complejidad de los patrones entre las poblaciones, así como aprovechar los hallazgos de estudios de otras poblaciones contemporáneas, como las de Europa, o la historia de otros brotes como la peste negra del siglo XIV.

En su novela The Stand Stephen King escribió acerca de una sociedad pos-apocalíptica después de una epidemia catastrófica que disminuyó la población humana en más del 90 por ciento.  ¿Estamos en una situación apocalíptica?  Covid-19 no es “Captain Trips”, el nombre coloquial que King dio a la enfermedad en su novela.  Según datos oficiales, publicados hasta el 1 de abril de este año, 941,949 personas han sido contagiadas con Covid-19 y se han registrado 47,522 muertos de una población mundial de más de 7 mil millones. La pandemia ha afectado principalmente a los países industrializados de Asia y Europa, y a los Estados Unidos. La India, con una población de más de mil millones, ha registrado unos 1,800 casos y 58 muertos, y la Republica Demócrata del Congo, en África, 97 casos y 9 muertos. 

En resumen podemos decir que las poblaciones humanas han sobrevivido en el pasado epidemias de enfermedades con cifras de mortalidad más catastrófica que las causadas por el virus Covid-19.

Para leer más

  • Crosby, Alfred, “Virgin soil epidemics as a factor in the aboriginal depopulation in America,” William and Mary Quarterly: A Magazine of Early American History 33:2 (1976, 289-299.
  • Jackson, Robert H., Indian Demographic Decline: the Missions of Northwestern New Spain, 1687-1840. Albuquerque: University of New Mexico Press, 1994.
  • Jackson, Robert H., Conflict and Conversion in Sixteenth Century Central Mexico: The Augustinian War on and Beyond the Chichimeca Frontier. Leiden: Brill Academic Publishers, 2013.
  • Jackson, Robert H., Demographic Change and Ethnic Survival Among The Sedentary Populations On The Jesuit Mission Frontiers of Spanish South America, 1609-1803: The Formation and Persistence of Mission Communities in a Comparative Context. Leiden: Brill Academic Publishers, 2015.
  • Jackson, Robert H., Frontiers of Evangelization: Indians in the Sierra Gorda and Chiquitos Missions. Norman: University of Oklahoma Press, 2017.
  • Jackson, Robert H., Regional Conflict and Demographic Patterns on the Jesuit Missions among the Guaraní in the Seventeenth and Eighteenth Centuries. Leiden: Brill Academic Publishers, 2019.
  • Jackson, Robert H., A Population History of the Missions of the Jesuit Province of Paraquaria. Newcastle upon Tyne: Cambridge Scholars Publishing.
Para citar: Robert Jackson, Los efectos demográficos de las epidemias con mortalidad catastrófica, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1960/1956. Visto el 26/04/2024