Ritualidad en Tenochtitlan y las ofrendas del Templo Mayor

Gracias a las fuentes tenemos un profundo conocimiento de las ceremonias y ritos llevados a cabo por los mexicas en México-Tenochtitlan, sin embargo, no es hasta el descubrimiento de la Coyolxauhqui en los años ‘70 y el desarrollo del proyecto Templo Mayor que el conocimiento de dicha vida ceremonial aumentó exponencialmente.

El Templo Mayor estaba dedicado al culto de dos deidades principales: Huitzilopochtli, deidad de la guerra y el sol, y a Tláloc, dios del agua y la lluvia. Desde la fundación de la ciudad y a lo largo del desarrollo político y militar de los mexicas, el edificio fue ampliado en varias ocasiones. Cada una de ellas se realizó en función de la entronización de un nuevo tlatoani, práctica que eran acompañadas de una campaña militar, rituales de sacrificio, ceremonias y la oblación de una serie de dones que fueron finalmente manifestados en ofrendas, muchas de las cuales fueron recuperadas en las diversas etapas constructivas del monumento y edificios aledaños de Tenochtitlan.

Hasta el momento, se han recuperado más de cincuenta mil objetos arqueológico procedentes de las más de 165 ofrendas encontradas en el recito, algunas enterradas directamente sobre el tepetate o las paredes de los monumentos, en otros casos abrían los pisos de estuco y depositaban las ofrendas directamente en el suelo o al interior de cajas de piedra denominadas tepetlacalli o en cajas de sillares.

Dentro de los primeros estudios formales de ofrendas mexicas en el recinto sagrado de Tenochtitlan se encuentran los trabajos de Felipe Solís, Elma Estrada Balmori, Noemí Castillo Tejero, y, sobre todo, en fechas recientes, estudios como los de Leonardo López Luján, Ximena Chávez Balderas y Laura del Olmo, entre otros. Realmente muchos de esos objetos se han estudiado tanto de forma independiente como en su escenario contextual.

Entre los objetos depositados se encuentra gran variedad objetos de manufactura propiamente mexica, como las esculturas del dios Tonatiuh Xiutecuhtli, cuchillos de obsidiana y pedernal vinculados al sacrificio, cerámicas polícromas, ollas a manera del dios Tláloc asociadas a la lluvia, entre otras muchas. En algunos casos, como la reciente ofrenda cercana a la lápida de Tlaltecuhtli, aparecieron los restos de un cánido ataviado como deidad, acompañado de varios objetos de oro.

Los mexicas tenían la costumbre de ir a ciudades abandonadas -como Tula o Teotihuacan- para realizar acciones de saqueo y extraer objetos preciados; dichos objetos eran posteriormente depositados en sus ofrendas, algunas veces en combinación con objetos contemporáneos de los mexicas. Un claro ejemplo fue la ofrenda hallada en el acceso al edificio de la Casa de las Águilas en el año 1995, de la cual fuimos partícipes, y en la que se recuperaron vasijas cerámicas del tipo anaranjado delgado teotihuacano, mismas que acompañaban en un mismo contexto ritual, cerámicas del tipo polícromo de Cholula y cerámicas plomizas de los Altos de Guatemala.

Algunos de los complejos y más sorprendentes rituales que implican ofrendas son los que presentan una abundancia de restos zooarqueológicos provenientes de varias partes del imperio y consecuencia de actividades de cacería o de cría bajo sistemas de cautiverio. Entre ellas destacan restos de animales marinos, conchas, reptiles, peces, aves e incluso, felinos y cánidos los cuales eran colocados en posiciones estratégicas para generar todo un lenguaje ritual.

Algunas de estas ofrendas se hallaron en un contexto funerario, allí la presencia de objetos vinculados al inframundo se hicieron presentes. De ellos, sin duda, los restos bioarqueológicos humanos son los más extraordinarios. Tenemos noticia de la serie de despojos humanos que llevarían un tratamiento post-sacrificial en el cual prácticamente la mayoría, si no es que todos los restos óseos humanos, eran reutilizados para depositarse en dichas ofrendas.

De todo ello llama particularmente la atención los cráneos procedentes de niños, mujeres y varones de diversas edades que fueron modificados, decorados con incrustaciones y pintados con el fin de representar algunas deidades como Tezcatlipoca o Mictlantecuhtli. 

El complejo contexto arqueológico de las ofrendas del Templo Mayor tiene un lenguaje ritual en toda su composición. Fueron acomodadas estratégicamente con todo un discurso que se ha querido interpretar como una suerte de representación sistematizada y resumida de las geometrías cósmicas materializadas en diversos símbolos expresados en cada uno de sus objetos y niveles rituales y capas de deposición.

La tierra y los niveles acuáticos podían ser expresados a través de la arena lacustre o marina que se depositaba, sumado a los diversos objetos marinos, conchas, peces espada entre otros. El Sol se asociaba a la deposición de restos de águilas y aves de todo tipo, muchas de ellas criadas ex profeso en Tenochtitlan para este tipo de fines.

De acuerdo a la cosmovisión mesoamericana, el movimiento de las sustancias divinas estaba establecido por una serie de árboles por los que traspasan del inframundo hacia el cielo y viceversa. Las representaciones de dichos umbrales, se expresaba a través de cuentas helicoidales de obsidiana que permitían acceder al inframundo, presente sobre todo en las ofrendas funerarias.

La presencia de objetos de todas partes del imperio es clara a través de artefactos de regiones como Guerrero, Oaxaca de la zona mixteca, la Costa del Golfo y del Pacífico de la que se han recuperado una amplia diversidad de objetos de concha de la más variada tipología faunística.

El lenguaje ritual que las ofrendas expresan en sus contenidos, sumado a los que las fuentes literarias nos permiten entender, están realmente en un proceso de comprensión bastante avanzando, pero no del todo definido dada la complejidad de sus contextos. El trabajo continúa y con la publicación y trabajo de arqueólogos, antropólogos y bioarqueólogos estamos comenzando a entender que la ritualidad de México Tenochtitlan no se encontraba solo en sus calles y avenidas sino también por debajo de la misma ciudad.

 

Para leer más:

  • Chávez Balderas Ximena, Los rituales funerarios en el Templo Mayor de Tenochtitlan, INAH, México, 2007.
  • López Luján Leonardo, Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan, INAH, México, 1993.
Para citar: Marco Antonio Cervera Obregón , Ritualidad en Tenochtitlan y las ofrendas del Templo Mayor, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1938/1935. Visto el 18/04/2024