Los españoles en el palacio de Axayácatl

Al arribar a la gran ciudad de México Tenochtitlan ocurre un episodio en el que se confronta la posición estamental de los conquistadores, de baja condición, frente a  la opulencia cortesana de la nobleza de la triple alianza. Es importante narrar lo que sucedió cuando dichos hijosdalgo se enfrentaron a la vida cotidiana de la nobleza indígena. Ello nos va a revelar que, a pesar de la confrontación de clase obvia entre ellos y la élite privilegiada, los conquistadores soñaban y perseguían el poderío que ostentaban sus superiores en la cadena social.

La riqueza mexica les asombra de tal manera que trasladan esa vivencia al mundo de la fantasía. Tal como lo cuenta Bernal: "Decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuenta el libro de Amadís...Y aún algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían era entre sueños, y no es de maravillar que yo escriba aquí de esta manera, porque hay mucho que ponderar en ello que no se como lo cuente: ver cosas nunca oídas, ni aún soñadas, como veíamos" (Díaz del Castillo, p. 190).

El castellano describe su asombro ante esa desconocida civilización que remarcaría años más tarde el padre Las Casas: "cuando nuestros españoles todo esto veían por sus propios ojos, teniéndolo por cosas nunca otras tales vistas ni oídas, y como eran dignas por admisibles, decían unos a otros: ¿Qué es esto que con nuestros ojos vemos? ¿Es verdad? ¿Dormimos o soñamos?' Finalmente algunos no podían creer sino que estaban encantados." Y vierte el matiz crítico del hombre culto que ha leído a los clásicos y que es un letrado y sabio renacentista: "Donde tanta prudencia y autoridad había y majestad se representaba, que así sabía mandarse servir, y con tanto orden de ceremonias varias y muchas, y de tantos señores y tan grandes y de tanto número de sirvientes, y donde tan infinitas gentes cada día y cada hora concurrían, y tan gran ciudad y tantas en su circuito, y tan gran reino, manifiesto es, aunque más prueba no trajésemos, que debía tener prudencia y sabiduría para establecer leyes y constituir jueces y mandar ejecutar justicia, y no cualquiera, sino buena y recta justicia..."(Bartolomé de las Casas, p.127).

Los españoles en México Tenochtitlan vieron comer al tlatoani sus trescientos platillos. Conocen sus casas de armas, de objetos de lujo como los escudos hechos de plumas labradas, su zoológico lleno de animales extraños para ellos y sus tesoros de joyas con piedras preciosas y extraordinaria lapidaria.

Fueron todos a conocer el mercado en la ciudad de Tlatelolco y se sorprenden con la inmensa variedad de mercancías que comprueba la gran riqueza del mexica y sus aliados.

Asentados en el palacio viejo del gran Axayácatl, se dan una vida de lujo impensable para ellos en otras circunstancias. Incluso acompañan al tlatoani por las tardes a sus casas de placer, disfrutan de las bebidas de cacao, el pulque, el tabaco y las delicias de los placeres a los que Motecuhzoma los convida. Estimulados por todas esas maravillas comienzan a perder piso y con él los errores tácticos. El primero es creer que como soldados extranjeros y con una clara alianza con los tlaxcaltecas, pueden aprehender al tlatoani mexica en su palacio y manejar la crisis derivada de ello.

En el episodio de Tenochtitlan se protagoniza una confrontación entre la nobleza indígena y los hidalgos, quienes soñaron momentáneamente con convertirse en amos y señores del nuevo mundo recién descubierto. Parte de la leyenda negra escrita años más tarde, se fundamenta en la falta de nobleza de esos conquistadores, quienes no supieron mostrarse como gente de mundo ante tal situación.

El problema estamentario de los conquistadores supuso una tensión permanente no solo con los nobles indígenas, sino años más tarde también entre ellos y los personajes que arribaron posteriormente a consolidar la fundación de un nuevo reino de la monarquía de Carlos I. Muchos de ellos tenían un bagaje cultural mucho más amplio para comprender y asimilar una realidad desconocida. 

Con lo que no contaban los conquistadores era con las implicaciones de uno de los componentes de la mesa de Moctezuma, "las carnes de muchachos." Bernal nos explica cómo era esta extravagante labor culinaria: "Tenían un poco apartado un sacrificadero, y todo ello muy ensangrentado y negro de humo e costras de sangre, y tenían ollas grandes y cántaros y tinajas dentro de la casa llenas de agua, que era allí donde cocinaban la carne de los tristes indios que sacrificaban y que comían los papas, porque también tenían cabe el sacrificadero muchos navajones y unos tajos de madera, como en los que cortan carne en las carnicerías..."(Díaz del Castillo, p.195).

Lo que quiero señalar es que en esos alimentos de origen humano, está implícita una forma de dominar y de hacer la guerra. ¿Podemos pensar que una élite militar y religiosa que comía carne de vencidos, iba a rendir vasallaje al rey de España por propia voluntad? No. Los mexicas expulsaron meses más tarde a los españoles de la ciudad de México Tenochtitlan al dejarlos sin alimentos, y emprendieron una feroz defensa de su poderío y dominio.

 

 

Para citar: Rodrigo Llanes, Los españoles en el palacio de Axayácatl, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1902/1900. Visto el 23/04/2024