Naves que exploraron el Nuevo Mundo

¿Quiénes protagonizaron las aventuras de descubrir nuevas tierras? Cuando se habla de los primeros reconocimientos hispanos por los litorales del seno mexicano, lo que ahora conocemos como Golfo de México, se destacan los recorridos llevados a cabo, así como los personajes que los realizaron. Sin embargo, ciertos protagonistas han permanecido invisibles en estas historias: las embarcaciones usadas en esos episodios. Esas naves, que originalmente se habían diseñado para navegar en mares europeos, pronto tuvieron que adaptarse a los proyectos, condiciones físicas y materiales de los propios mares americanos. Y no sólo eso, además, los bastimentos llevados en ellas también incluyeron productos que las islas caribeñas podían proveer.

La silueta de las carabelas comandadas por Colón nos resultan muy familiares. Estas embarcaciones, eran en ese entonces barcos con la última tecnología, ya que sintetizaron dos grandes tradiciones constructivas europeas. Por un lado, del Atlántico Norte heredaron su alto bordo –para poder navegar en mares con alto oleaje-, la capacidad de carga, las amplias velas cuadradas y el timón central, que daba más seguridad para dirigir la nave. Por otro lado, de la tradición mediterránea se retomó la solidez de su construcción al ras, las velas latinas o triangulares para navegar contra el viento y el aumento de mástiles para aprovechar el viento. Lo anterior hizo que las carabelas fueran naves capaces de usar menos tripulantes, cargar más bastimentos, alejarse de la costa pero también acercarse a litorales de poca profundidad y con ello remontar estuarios fluviales, cruzar estrechos, reconocer bahías y ensenadas, etc., es decir, ser los barcos ideales para la exploración. Por ello pudieron hacer tanto viajes transoceánicos como reconocimientos de regiones poco conocidas por portugueses y posteriormente castellanos.

Tras los viajes colombinos comenzó la instauración de los primeros asentamientos castellanos en las Antillas, los cuales se expandieron entre 1508 y 1511. Pronto las exploraciones recorrieron la Florida (con Juan Ponce de León en 1512), el Darién (Vasco Núnez de Balboa en 1513) y el seno mexicano (Francisco Hernández de Córdoba en 1517, Juan de Grijalva en 1518 y Hernán Cortés en 1519). Estas aventuras fueron llevadas a cabo con embarcaciones fabricadas en las propias islas antillanas, que posiblemente fueron bergantines. De ello, centrándose en los viajes por el Golfo de México, da cuenta Bernal Díaz del Castillo.

Este soldado, conocido por su texto Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, narró que la expedición de Francisco Hernández (que era hombre rico que contaba con pueblo de indios y a quien se le pidió que fuese capitán) partió con tres embarcaciones, dos de las cuales compraron los participantes de la expedición, y una tercera que fue financiada por el gobernador de Cuba, Diego de Velázquez. Para apertrechar esas naves se consiguieron aparejos, cables, anclas y toneles de agua, algunos de los cuales seguramente se tomaron de otras naves de la zona. Y como bastimento, la expedición llevaba pan de cazabe, que se hacía de unas raíces de las islas, y puercos, pues eran los únicos animales que podían comprarse ya que en ese momento aún no había vacas. No se indican los portes de las embarcaciones, pero es de pensarse que eran pequeñas, aptas para acercarse a los litorales a reconocer para sondearlos (es decir reconocer las profundidades y tipo de fondos). Seguramente se acopiaron pertrechos de naves que por estar dañadas no pudieron continuar navegando, pero que sus cuerdas y velámenes fueron reutilizados en las nuevas embarcaciones. Y los bastimentos a consumir durante las travesías tuvieron que prepararse con los propios alimentos de las islas.

La expedición de Juan Grijalva se organizó en las mismas condiciones, es decir, naves adquiridas en la zona y bastimentadas con productos de la tierra. Y cuando Grijalva regresó, Bernal dice que el gobernador Velázquez preparó una nueva expedición. Esta se planeó que fuera “una buena armada, muy mayor que las de antes; y para ello tenía ya a punto diez navíos en el puerto de Santiago de Cuba”. De las naves que la compusieron, cuatro habían sido usadas en el viaje de Grijalva, aunque tuvieron que recibir carena (es decir reparaciones en sus cascos). Los otros seis bajeles se consiguieron de distintas partes de la isla. Y nuevamente los bastimentos a cargar fueron pan de cazabe y tocinos “porque en aquella sazón no había en la isla de Cuba ganado vacuno ni carneros, porque era nuevamente poblada”. La armada se trasladó a La Habana donde también se pudo conseguir para el viaje vino, aceite, azúcar, habas, garbanzos, ajís y gallinas, es decir, productos que también llegaban de los viajes transatlánticos.

Podemos aventurar que la posibilidad de conseguir naves, pertrechos y bastimentos en distintas partes de Cuba se debiera a que hubiera castellanos que ya traficaban entre las propias islas caribeñas. Incluso Bernal mencionó que cuando se preparaba la armada, en Santiago, llegó la nave de un vecino de La Habana llamado Juan Sedeño, la cual iba cargada de pan de cazabe y tocinos que se venderían en las minas de oro cercanas a aquel puerto.

Esta expedición, compuesta de diez bajeles fabricados en las Antillas, herederos de las experiencias atlánticas pero adaptadas a las realidades de las primeras navegaciones en el Nuevo Mundo, reparadas con materiales de la zona, tripuladas por castellanos que participaron en viajes previos y bastimentadas con alimentos locales, fue la que dirigió Hernán Cortés. Es importante conocer esta experiencia en torno a la construcción y reparación de embarcaciones en el Caribe puesto que posteriormente todo este conocimiento y experiencia será llevada a las costas (y hasta orillas de lago) del territorio continental.

 

Para leer más:

  • Díaz del Castillo, Bernal, Historia de la conquista de la Nueva España, introducción y notas de Joaquín Ramírez Cabañas, México, Porrúa, 1986 (14ª. ed).
  • Martínez, José Luis, Hernán Cortés, México, UNAM, FCE, 1993 (2ª. reimp.).
  • Parry, John, El descubrimiento del mar, México, Grijalbo, Conaculta, 1991.
  • Ramos, Demetrio, “La Conquista,” en Historia de Iberoamérica, tomo II Historia Moderna, Madrid, Cátedra, 2002 (3ª. ed.), pp. 109-199.
Para citar: Flor Trejo Rivera, Guadalupe Pinzón Ríos, Naves que exploraron el Nuevo Mundo, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1411/1407. Visto el 27/04/2024