De presagios y prácticas adivinatorias. Dos historias extraídas del artículo "Indios y españoles frente a las prácticas adivinatorias y presagios durante la conquista de México" de Guilhem Olivier

La llegada de los conquistadores al Nuevo Mundo, su adaptación al nuevo escenario natural y el contacto con los habitantes mesoamericanos marcó el inicio de riquísimos intercambios y experiencias culturales que afectaron por igual a ambos grupos sociales. En su artículo titulado Indios y españoles frente a las prácticas adivinatorias y presagios durante la conquista de México, Guilhem Olivier realiza un recorrido a través de diversos episodios narrados en las crónicas y relatos históricos. Allí muestra que la proliferación de presagios y prácticas adivinatorias era tan comunes entre los conquistadores cristianos como entre los diversos grupos indígenas mesoamericanos con el objetivo de derribar la oposición entre el pensamiento racional renacentista europeo y al pensamiento mágico o prelógico mesoamericano. Veremos a continuación dos historias.   

Honduras, 1524. Cortés se dirige a someter el levantamiento de Cristóbal de Olid, pero para prevenir que en su ausencia se produjeran rebeliones en el Altiplano Central, decidió llevar consigo a los dirigentes indígenas. Al enterarse Cortés que los indígenas organizaban una rebelión a sus espaldas, mandó a ahorcar a los dirigentes, aunque perdonó a sus cómplices. Sin embargo, era indispensable, en este contexto, asegurarse la fidelidad de aquellos cómplices. Para ello, en sus Cartas y Documentos, cuenta el futuro Marqués de Valle como les hizo creer a los indígenas que la brújula y la carta de marear, objetos donde consultaba la ruta, eran objetos mágicos que le descubrían sucesos futuros y que le habían develado la rebelión.

  Olivier explica cómo, a ojos de los indígenas, aquella brújula pudo interpretarse como un espejo, similar al espejo de Tezcatlipoca -signo por excelencia de las prácticas adivinatorias mesoamericanas-; en consecuencia, signo de poder. En este caso parecería que los mexicas fueron víctimas de sus propios modelos míticos, otorgando a Cortés y sus tropas cierta ventaja.

Pasemos ahora a otra historia protagonizada por un personaje tan enigmático como interesante: Blas Botello Puerto de Plata.

Según cuentan los cronistas, Botello poseía poderes especiales: Bernal Díaz se hace eco de su condición de nigromántico –persona capaz de predecir el futuro a través de su contacto con los muertos-; López de Gómara cuenta que el soldado en cuestión presumía de astrólogo, mientras que Fernández de Oviedo precisa que realizaba conjuros y pronosticaba el futuro, incluso Francisco de Aguilar, dice que Botello “tenía un familiar”. Este término se utilizaba en el siglo XVI para indicar que alguna persona tenía trato con el demonio. Es precisamente, esta última característica generó reticencia a la hora de aceptar los poderes de Botello, incluso resulta curioso que Cortés no mencionara a Botello en sus relatos.

El episodio más conocido en torno a dicho personajes y sus predicciones es la salida de Tenochtitlán en la Noche Triste. De acuerdo con el cronista que se lea, el papel de Botello adquiere mayor o menor importancia: mientras que en algunos relatos se da a entender que Botello eligió el día y la hora de la salida de la ciudad, otros testimonios olvidan la figura del soldado y no dan cuenta de ella.

Blas Botello muere en la Noche Triste, final que el propio soldado había predicho. Entre sus cosas se encontraron, según cuenta Díaz del Castillo, “unos papeles como libro, con cifras, rayas y apuntamientos y señales”, donde se preguntaba tanto por su deceso como por el de su caballo. Con él se halló también “una natura como de hombre de obra de un jeme hecha de baldres”. Explica Guillermo Turner Rodríguez que esta descripción corresponde a un talismán con forma de falo postizo que Botello llevaba consigo. Esta práctica se remonta a tiempos romanos, donde a los objetos de forma fálica se asociaban un poder defensivo que portaban los guerreros durante las batallas. Por su parte, los mexicas también poseían este tipo de objetos, los guerreros trataban de conseguir el dedo medio de la mano izquierda de una mujer muerta en parto para colocar en sus escudos; esto se consideraba que otorgaba valentía y aseguraba la toma de cautivos en la batalla.

Para leer más:

  • Gilhem Olivier, Indios y españoles frente a las prácticas adivinatorias y presagios durante la conquista de México, Estudios de Cultura Náhuatl, N° 37, 2006, pp.169-192.
Para citar: Lucía Beraldi, De presagios y prácticas adivinatorias. Dos historias extraídas del artículo "Indios y españoles frente a las prácticas adivinatorias y presagios durante la conquista de México" de Guilhem Olivier, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1388/1388. Visto el 06/05/2024