¿A los españoles los conquistó la comida mesoamericana?

Mesoamérica era una región cultural amplia y con una gran diversidad de ecosistemas y microclimas que permitieron a los grupos indígenas desarrollar una dieta sabrosa y variada con una complejidad gastronómica muy importante. Su comida fue la que alimentó a los españoles durante la conquista de México.

Para los españoles todo ello implicó un cambio de hábitos alimenticios. Pues no fue lo mismo conquistar las Antillas, acompañados de tocinos, pan y vino que se preparaban y comercializaban en las islas, los cuales eran suficientes para llenarlos durante las exploraciones que duraban pocos días en el recate de oro, que adentrarse en un territorio y quedarse a poblar a expensas de encontrar los alimentos de la tierra para subsistir. Y resultó que estos alimentos eran muy sabrosos y los comenzaron a intercambiar por sus espejitos.

En este punto vemos a los conquistadores conquistados, no con armas ni mediante una lucha, sino con tacos, guajolotes y frutas entre muchos otros alimentos. Un ejemplo bellísimo lo ofrece Bernal Díaz del Castillo con las ciruelas. Nos cuenta como: "cada uno [de los indios] llevó una carguilla de ciruelas a cuestas [hasta el Real] que en aquella sazón era tiempo dellas (...) e que les dio por las ciruelas un sartalejo de cuentas amarillas".

El suministro de alimentos indígenas para los españoles durante esos primeros meses fue continuo. Según el propio Bernal, Motecuhzoma mandó a sus emisarios que  "tenían que tener a su cargo todo lo que les fuera menester [a los españoles] de cosas de comer: gallinas de la tierra, huevos de éstas, tortillas blancas. Y todo lo que aquellos pidieran, o con que su corazón quedara satisfecho. Que los vieran bien.” [1]

A los españoles este suministro de alimentos les supuso el apoderarse de la tierra a través de sus frutos y una convivencia muy importante con los pueblos indígenas. Para las huestes de Cortés esta cuestión fue estratégica. Además de asegurarles la subsistencia, los ayudó a familiarizarse con la tierra frente a las otras expediciones españolas que irán llegando con los meses; ejemplo de ellos es la expedición de Francisco de Garay que meses más tarde navegaba cerca del Pánuco. Cuando los indígenas vieron los navíos, le informaron a Cortés que "estaban [esos españoles] en otro río, lejos de ahí hasta cinco o seis jornadas. Luego le pidieron que "les hiciese saber si eran de mi naturaleza los que en ellos venían, porque les darían lo que hubiesen menester, y que les habían llevado ciertas mujeres y gallinas y otras cosas de comer"[2].

Para ese entonces, los españoles ya estaban acostumbrados a la dieta mesoamericana, pero el estómago y la memoria emocional vinculada a él son débiles y traicionan nuestras más elevadas ambiciones, por lo que el verdadero conquistador debió renunciar a sus recuerdos de aromas y sabores oriundos de su tierra. A este propósito vale la pena mencionar una anécdota que ocurrió meses más tarde con la llegada de Narváez. Ciertos soldados que Cortés había mandado a buscar las minas, estaban en la zona cercana a la costa. Al ver una armada española en el mar se acercaron a ver quiénes eran y subieron al  navío principal. En un acto fanfarrón, Pánfilo Narváez "liberó" a los soldados del yugo de Cortés, diciéndole a ellos que él era, ahora, el capitán. "Y como comían con el Narváez y bebían vino, y hartos de beber demasiado vino estábanse diciendo los unos a los otros delante del  mismo general: mira si es mejor estar aquí bebiendo buen vino que no cautivo en poder de Cortés, que nos traía de noche y de día tan avasallados que no osábamos hablar, y aguardando de un día a otro la muerte al ojo"[3]. ¿Nostalgia por los vinos de Toro, de Castilla y de Extremadura? ¡Quizás con una buena cantidad de toneles de vino, Narváez hubiera ganado la voluntad de todos los españoles y la historia sería otra!

Fuera de bromas, es un episodio que obliga a la reflexión. Vemos a unos soldados cuestionándose su empresa conquistadora al beber algunas copas de vino. Nostalgia por una Castilla lejana, que alivia las penas cotidianas y la sed con "sangre de Cristo." Añoranza indispensable para lograr el proceso de imposición de su propia cultura que iniciarán los españoles en América a partir de la conquista. Pues estos estuvieron dispuestos a construir en el nuevo territorio una vida acorde a su bagaje histórico, a sus gustos y a sus costumbres, pero inevitablemente habrán de incorporar todas las influencias fecundas de esta tierra. De este proceso surgirán muchos de los sabores, ingredientes y técnicas de cocina que conforman hoy en día la comida mexicana. ¿No se les antoja unos tacos de longaniza y nopalitos con salsa roja?

 

[1] Ibid.,  p. 766.

[2] Cortés, Hernán. Cartas de relación. México. Océano. 1987. p. 17.

[3] Bernal Díaz, op. cit., p. 231.

Para citar: Rodrigo Llanes, ¿A los españoles los conquistó la comida mesoamericana?, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1387/1368. Visto el 04/05/2024