

En la tercera semana de septiembre de 1519, los expedicionarios españoles y sus aliados aceptaron, por fin, la invitación de los señores de Tlaxcala para mudarse a vivir a sus ciudades capitales. Tras dos semanas o más de enfrentamientos y unos días de paz, confiaron en que su amistad estaba suficientemente cimentada para entrar a su territorio.
Este acto de confianza estaba plenamente justificado. Tras medir su fuerza con los españoles los tlaxcaltecas habían optado por hacerse sus amigos y aliados. Por eso en su visita de varias semanas, dieron a los españoles todo tipo de alimentos, presentes, comodidades y honores, además de proporcionarles valiosas informaciones respecto a los mexicas y otros enemigos comunes. En estas semanas también entregaron a los recién llegados la mano de varias mujeres de los linajes más nobles de Tlaxcala, como la de Luisa Xicoténcatl, sellando así una alianza dinástica y militar que les permitiría conquistar México-Tenochtitlan y mucho más.
Se inició así una amistad que definiría el destino de nuestro país.
Los amoxtli de esta semana discuten algunos aspectos de esta alianza clave: