Moctezuma pide a Cortés ir a rezar a Huichilobos

Texto original con ortografía de la época:

Dejemos aparte esto, e diré cómo el Montezuma dijo a Cortés que quería salir e ir a sus templos a hacer sacrificios e cumplir sus devociones, así para lo que a sus dioses era obligado como para que conozcan sus capitanes e principales, especial ciertos sobrinos suyos que cada día le vienen a decir le quieren soltar y darnos guerra, y que él les da por respuesta que él se huelga de estar con nosotros: porque crean que es como se lo han dicho, porque así se lo mandó su dios Huichilobos, como ya otra vez se lo ha hecho creer. Y cuanto a la licencia que le demandaba, Cortés le dijo que mirase que no hiciese cosa con que perdiese la vida, y que para ver si había algún descomedimiento, o mandaba a sus capitanes o papas que le soltasen o nos diesen guerra, que para aquel efecto enviaba capitanes e soldados para que luego le matasen a estocadas en sintiendo alguna novedad de su persona; y que vaya mucho en buena hora, y que no sacrificase ningunas personas, que era gran pecado contra nuestro Dios verdadero, que es el que le hemos predicado, y que allí estaban nuestros altares e la imagen de nuestra señora, ante quien podría hacer oración sin ir a su templo. Y el Montezuma dijo que no sacrificaría ánima ninguna, e fue en sus muy ricas andas acompañado de grandes caciques con gran pompa, como solía, y llevaba delante sus insignias, que era como vara o bastón, que era la señal que iba allí su persona real, como hacen a los visorreyes desta Nueva-España; e con él iban para guardarle cuatro de nuestros capitanes, que se decían Juan Velazquez de León y Pedro de Alvarado e Alonso de Avila y Francisco de Lugo, con ciento cincuenta soldados, e también iban con nosotros el padre de la Merced, para le retraer el sacrificio si le hiciese de hombres; e yendo como íbamos al cu de Huichilobos, ya que llegábamos cerca del maldito templo mandó que le sacasen de las andas, e fue arrimado a hombros de sus sobrinos y de otros caciques hasta que llegó al templo. Ya he dicho otras veces que por las calles por donde iba su persona todos los principales habían de llevar los ojos puestos en el suelo y no le miraban a la cara; y llegado a las gradas del adoratorio, estaban muchos papas aguardando para le ayudar a subir de los brazos, e ya le tenían sacrificados desde la noche anterior cuatro indios; y por más que nuestro capitán le decía, y se lo retraía el fraile de la Merced, no aprovechaba cosa ninguna, sino que había de matar hombres y muchachos para sacrificar; y no podíamos en aquella sazón hacer otra cosa sino disimular con él porque estaba muy revuelto México y otras grandes ciudades con los sobrinos de Montezuma, como delante diré; y cuando hubo hecho sus sacrificios, porque no tardó mucho en hacerlos, nos volvimos con él a nuestros aposentos; y estaba muy alegre, y a los soldados que con él fuimos luego nos hizo merced de joyas de oro.

Para citar:
Díaz del Castillo, Bernal , Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Ciudad de México, Editorial Patria, 1983 [1632], pp. 284-286
Lugar(es):
  • México-Tenochtitlan
Persona(s):
  • Hernando Cortés
  • Moctezuma Xocoyotzin