Europa en 1521

El 28 de abril de 1521 Hernán Cortés llevó a cabo el alarde, un ejercicio de armas que se realizaba previamente al inicio de las acciones bélicas y que consistía en contar el número de hombres, armas y caballos que integraban las tropas con el fin de calibrar sus fuerzas y sus efectivos militares. En el mes de mayo inició el largo sitio de la ciudad de México-Tenochtitlan, que concluiría el 13 de agosto de aquel año con la rendición de la capital mexica. Y mientras que los castellanos junto con sus aliados indígenas preparaban y desarrollaban el asalto a Tenochtitlan, al otro lado del Atlántico Europa se encontraba en plena efervescencia política.

El 23 octubre de 1520 Carlos de Habsburgo, para entonces rey de Castilla y Aragón, había sido proclamado en Aquisgrán con el título de “rey de romanos”, lo que le convertía en candidato a recibir el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, una entidad geopolítica conformada por numerosos señoríos laicos, principados eclesiásticos y ciudades, tanto de la actual Alemania como del norte de la península Itálica.

El Imperio Germánico -que según la tradición política y jurídica era heredero de los imperios romano y carolingio- se había conformado a principios del siglo XI y por ello el título imperial no sólo era el de mayor rango y prestigio dentro de la jerarquía laica, sino que otorgaba a la persona que lo ocupaba un inmenso poder territorial y económico, pero también numerosas responsabilidades políticas en los dominios sobre los que ejercía su potestad.

Carlos fue proclamado como emperador el 26 de octubre de 1520 con el título de Carlos V y ello es lo que explica que entre el 28 de enero y el 25 de mayo de 1521 presidiera una dieta -es decir, una asamblea de los príncipes del imperio- en la ciudad alemana de Worms, con el fin de ocuparse de los asuntos y la organización de sus nuevos dominios. Una de las decisiones más importantes de la dieta fue la conformación de un Consejo de Regencia presidido por el hermano del emperador, Fernando, para gobernar los territorios durante su ausencia y que dicho hermano heredase los territorios patrimoniales de la casa de Habsburgo, fundándose así la rama austriaca de la dinastía y uno de cuyos descendientes sería Maximiliano de Habsburgo.

Otro de los acontecimientos de gran relevancia ocurridos durante la dieta de Worms fue la condena del luteranismo. En efecto, el 3 de enero de 1521 el papa León X emitió la bula Decet Romanum Pontificem a través de la cual excomulgó a Martín Lutero, quien a fines de 1517 había publicado sus famosas 95 tesis en las que criticaba a la Iglesia católica, a la autoridad papal y cuestionaba distintos dogmas de fe. La excomunión de Lutero causó un enorme revuelo, pues para entonces sus ideas eran conocidas y apoyadas por personas de distintos estados y condiciones. Con el fin de hacer que Lutero se retractara y llevar la paz a sus dominios, Carlos le ordenó que se presentara a la dieta que se celebraba en Worms. Lutero compareció en la dieta entre el 16 y 18 de abril de ese año y no sólo no se retractó, sino que se afirmó en sus ideas. La dieta condenó a Lutero y sus escritos mediante el Edicto de Worms, promulgado el 25 de mayo de ese año. Gracias a la protección del príncipe Federico III de Sajonia, Lutero pudo escapar de su encierro y se refugio en el castillo de Wartburg, donde inició la traducción de la Biblia al alemán con el fin de favorecer la lectura directa de las Escrituras.

Los distintos asuntos de política internacional, los viajes continuados por media Europa y las continuas guerras desarrolladas por Carlos hicieron que la ceremonia de la coronación imperial de Carlos V se retrasase hasta el 24 de enero de 1530, cuando el papa Clemente VII lo coronó en la ciudad de Bolonia en una fastuosa ceremonia que coincidía con el día de su nacimiento.

La designación imperial de Carlos tuvo numerosas consecuencias. La más inmediata fue el alejamiento de sus dominios hispanos, lo que generó un enorme malestar, particularmente entre las ciudades castellanas. Cuando Carlos fue reconocido como soberano de Castilla en las Cortes de Valladolid celebradas en febrero de 1518, éstas le habían concedido una serie de empréstitos a cambio de que residiese en Castilla, aprendiese castellano y nombrara autoridades locales. La partida de Carlos hacia Alemania, la designación del flamenco Adriano de Utrech como regente del reino, así como la solicitud -imposición en realidad- a las ciudades castellanas de cargas pecuniarias extraordinarias para financiar la campaña al solio imperial se conjugaron para que estallaran las protestas, sofocadas duramente por Adriano de Utrech. En respuesta, varias ciudades castellanas se rebelaron abiertamente en agosto de 1520, rebelión que se mantuvo hasta la primera mitad de 1521. El último gran episodio de la rebelión comunera fue casi contemporáneo del alarde llevado a cabo por Cortés: el 23 de abril de 1521 las tropas imperiales encabezadas por el condestable de Castilla Íñigo Fernández de Velasco y Mendoza -quien encarnaba a dos de los linajes nobiliarios castellanos más poderosos de finales de la baja Edad Media- derrotaron a los comuneros en la batalla de Villalar. En ella fueron capturados y ajusticiados los líderes del movimiento: Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado. Con esta victoria, la autoridad de Carlos en sus dominios patrimoniales por herencia materna se hizo incuestionable. 

Otra consecuencia de la designación de Carlos como emperador, de orden internacional, fue el hecho de que se rompiera el delicado equilibrio político entre las monarquías europeas más poderosas de la época: Inglaterra, Francia, el Imperio, el papado y España. En efecto, las guerras de Italia con las que se había cerrado el siglo XV habían garantizado que cada uno de los soberanos respetase los dominios de los otros príncipes. Ahora, de manera pacífica, Carlos de Habsburgo se había hecho con numerosos dominios y que hacían que el otro candidato a obtener la dignidad imperial, el rey de Francia Francisco I, se sintiese amenazado, pues los estados de Carlos le cercaban por el este y el oeste. De igual forma, el rey de Inglaterra Enrique VIII había presentado su candidatura a la dignidad imperial y entendía que la elección de Carlos no sólo era una derrota política, sino una amenaza para los intereses comerciales de los ingleses en litoral del mar del norte. A ello se sumaba el hecho de que, inspirado en las ideas del cardenal italiano -y canciller imperial-  Mercurio Gattinara, Carlos V entendía que su designación imperial tenía la misión de restaurar un Imperio cristiano en el que, efectivamente, se convertiría en “rey de reyes”.

Ello explica que Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra firmaran una alianza estratégica en la primavera de 1521 con el fin de limitar el poder del nuevo emperador, de tal suerte que el soberano francés invadió con sus tropas el reino de Navarra y el ducado de Milán. Sin embargo, el panorama político cambió radicalmente a lo largo de 1521, de tal suerte que ante la amenaza que representaba el rey de Francia, quien pretendía hacerse con la hegemonía europea, Carlos V, Enrique VIII y León X firmaron una nueva alianza  que se saldó con la recuperación del milanesado para la causa imperial a  fines de noviembre de 1521. Las disputas continuarían a lo largo de los años siguientes y sólo la captura de Francisco I por parte de las tropas imperiales en la batalla de Pavía (1525) traería una momentánea tregua al Viejo Mundo.

Para citar: Martín Ríos Saloma, Europa en 1521, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/index.php/amoxtli/2463/2463. Visto el 29/04/2024