Los reyes sabios de Texcoco

El linaje gobernante de la ciudad acolhua de Texcoco es conocido generalmente por formar parte en la época prehispánica de la Triple Alianza junto con México-Tenochtitlan y Tlacopan. Pero los reyes acolhuas Nezahualcóyotl y Nazahualpilli pasaron también a la historia por los vívidos retratos ofrecidos en las obras históricas de Juan Bautista Pomar y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Nezahualcóyotl fue reconocido por sus profundas reflexiones filosóficas sobre la existencia humana y la esencia de la divinidad, forjadas en hermosos cantares en lengua mexicana. Por otra parte, Nezahualpilli, además de seguir el espíritu investigador de su padre, se hizo famoso en los primeros tiempos de la colonia por haber pronosticado a Moteuczoma Xocoyotzin, a finales del siglo XV, la llegada de hombres extraños y la caída del imperio mexica por manos de los españoles.

Existe la sospecha de que estas historias de sabiduría y profetismo sobre los gobernantes de Texcoco hayan sido fabricadas por Pomar e Ixtlilxóchitl para enaltecer el linaje acolhua, al cual ambos historiadores pertenecían, y proponer una suerte de monoteísmo indígena antecedente al cristianismo. Sin embargo, podemos reconocer en Nezahualcóyotl y Nezahualpilli la idea del tlamatini, literalmente “aquél que sabe”, la cual se inserta profundamente en la cultura náhuatl prehispánica. Los tlamatinime eran educados en las escuelas sacerdotales o calmecac y adquirían conocimientos esotéricos contenidos en los códices o amoxtli. Los reyes sabios de Texcoco, como la mayoría de la nobleza náhuatl prehispánica, sabían escribir siguiendo las normas de la escritura pictográfica náhuatl o tlacuilolli y podían interpretar correctamente una gran diversidad de temáticas plasmadas en los libros nahuas, desde la historia de sus antepasados acolhuas hasta la adivinación de los días fastos o nefastos del calendario tonalpohualli.

Se dice que el enorme saber del pueblo acolhua y de sus reyes Nezahualcóyotl y Nezahualpilli estuvo almacenado en una biblioteca, en náhuatl amoxcalli, que contenía millares de códices sobre leyes, costumbres, cantos, medicina, adivinación, historia, genealogías, etcétera. Duele pensar que con la conquista de México y la evangelización cristiana la amoxcalli de Texcoco fuera completamente arrasada y se perdiera por siempre un tesoro exterminado de sabiduría y erudición. Quizás podríamos comparar una pérdida como la sufrida por los reyes de Texcoco con el incendio de la biblioteca de Alejandría de Egipto, la cual custodiaban la suma del saber de la antigüedad helenística.

Otra faceta de los reyes de Texcoco era su predilección por la poesía y la danza y su mecenazgo sobre estas artes. Ixtlilxóchitl describe a Nezahualcóyotl como un destacado poeta del mundo prehispánico, que moldeó en sus cantos las preocupaciones filosóficas que atañían a los sabios nahuas: el origen y la finitud de la vida, la verdad de las cosas, el fundamento de la existencia humana y el destino del hombre después de la muerte. En los célebres Cantares mexicanos, recientemente editados por nuestro maestro desaparecido Miguel León-Portilla, aparecen diversos cantos compuestos por Nezahualcóyotl y Nezahualpilli, que dan prueba de sus producciones poéticas. Véase por ejemplo, este cantar dedicado a Moteuczoma Xocoyotzin para alegrarlo durante una convalecencia:

 

Canto de Nezahualcóyotl de Acolhuacan con que saludó a Moteuczoma el Grande, cuando estaba éste enfermo.

 

Nezahualcóyotl: Vedme, he llegado acá. Yo soy la Blanca Flor, soy el Faisán: soy Nezahualcóyotl y mi abanico de plumas de quetzal está erguido derramando flores. Vengo de Acolhuacan. Oídme, por favor, elevaré mi canto para dar deleite a Moteuczomatzin... Tantalilili papapapa achala achala. ¡Sea para bien, sea para bien! Donde hay columnas de turquesa erguidas, donde hay columnas de turquesa en fila, aquí en México, en donde entre aguas negras se yerguen los blancos sauces, aquí te merecieron tus abuelos, aquel Huitzílihuitl y aquel Acamapichtli: Llora por ellos, Moteuczoma, por ellos tienes solio y trono. (Poesía náhuatl III. Cantares mexicanos. Manuscrito de la Biblioteca Nacional de México. Segunda parte, ed. León-Portilla, México, UNAM, 2019, p. 36)

 

Cabe destacar que la figura del tlamatini o sabio náhuatl, aunque se dedicaba a algunas cuestiones cercanas a las preocupaciones de los filósofos y poetas de la antigüedad clásica, como los conocimientos matemáticos necesarios para la construcción de templos, palacios y obras hidráulicas o la observación minuciosa de los astros en el cielo nocturno, también se ocupaba de cuestiones que desde el punto de vista occidental podrían ser juzgadas como “brujería”. Tanto Nezahualcóyotl como su hijo Nezahualpilli eran considerados poderosos nahuales, capaces de transformarse en cualquier fiera que ellos quisieran (águilas, jaguares o pumas) e inclusive en elementos naturales capaces de arrasar con sus enemigos, como bolas de fuego, granizos o lluvias torrenciales. Estos poderes “sobrenaturales” eran consustanciales al linaje noble del cual procedían, es decir que habían sido adquiridos desde el vientre materno, y venían acompañados de señales de clarividencia. Un tlamatini era capaz de interpretar de manera correcta los sueños premonitorios y dar sentido a los presagios que los dioses enviaban continuamente a los seres humanos para advertirlos de favores o infortunios inminentes.

En este contexto, la imagen de Nezahualpilli amonestando a Moteuczoma Xocoyotzin con el presagio de la llegada de los españoles y la caída de la Triple Alianza, más allá de su verosimilitud histórica, concuerda perfectamente con la idea prehispánica de que el rey náhuatl tenía que ser un verdadero tlamatini, conocedor de las cosas escondidas del pasado, del presente y del futuro. Las faltas morales y la incapacidad de entender los mensajes divinos podían comportar consecuencias catastróficas no sólo para el propio linaje real, sino para todo el pueblo. El caso de Moteuczoma fue muy notorio: las fuentes mexicas, como la Crónica mexicana de Tezozómoc y la Historia de las Indias de Durán, pintan a un gobernante mexica incapaz de darse cuenta del peligro que representaba la llegada de los españoles. Al contrario de Nezahualcóyotl y su hijo Nezahualpilli, Moteuczoma pasó a la historia por su soberbia e incompetencia, lo que demostraba, según la visión de la historiografía mexica del siglo XVI, que no podía ser considerado un verdadero sabio náhuatl o tlamatini.

 

Para citar: Gabriel Kruell, Los reyes sabios de Texcoco, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/index.php/amoxtli/2451/2451. Visto el 24/04/2024