Españoles incitan a los tlaxcaltecas al cristianismo: Tlaxcaltecas deciden destruir a sus dioses y tomar el bautismo

Texto original con ortografía de la época:

Oído negocio tan duro y pesado para un tan arraigado uso y costumbre, quedaron por muy gran rato sin poder hablar ni responder cosa alguna, mas al cabo, habiendo bien considerado lo que con tanto espíritu el capitán Cortés les decía, le respondieron de común consentimiento, pues ellos le habían dado sus corazones y su amistad, que era lo mejor de sus personas, que en este caso que ellos se rendían y no tenían que le responder sino que ejecutase su voluntad y hiciese lo que por bien tuviese, y que derribase los ídolos y los diese por ningunos, pero que si algo sucediese, que no fuese a su cargo, e que fuese visto y entendido que ellos no querían enojar a los dioses ni era tal su voluntad, ni menos los querían ya creer, sino al dios verdadero de los cristianos que era aquel que había creado los cielos y la tierra, y en aquél en quien creía, e que querían tornarse cristianos y echarse agua en las cabezas, como ellos lo tenían de costumbre, y ser bautizados y guardar sus leyes y mandamientos, como ellos los guardaban.

Finalmente, seguir y guardar sus buenas y santas costumbres, y porque sus gentes no se alborotasen, que ellos les querían hablar, dándoles a entender todas aquellas cosas de que habían sido informados, y que en el ínter se estuviesen quietos y sosegados e que apaciguasen sus corazones. Tomando pues la mano en esto los cuatro señores, hicieron grandes juntas en sus pueblos y barrios y cabeceras, donde dieron entera noticia de lo que el capitán pretendía hacer en destruir y disipar sus dioses, e que no tan solamente venía a castigar a los injustos hombres, sino que también quería tomar venganza de los dioses inmortales, porque nos ha dicho que nos quiere dar otra nueva ley, limpia y loable, e que para esto tengamos por bien, que recibamos a otro dios que él nos trae y nos le quiere dar porque es sobre todos los dioses.

Este modo de hablar y decir que les quería dar otro dios, es a saber, que cuando estas gentes tenían noticia de algún dios de buenas propiedades y costumbres, que le recibían admitiéndole por tal, por que otras gentes advenedizas trajeron muchos ídolos que tuvieron por dioses, y a este fin y propósito decían que Cortés les traían otro dios; y ansí decían de manera que en este hemos de adorar y servir, porque él lo adoraba y servía muy en diferente modo y manera que nosotros servimos a nuestros dioses; porque a éste no le sacrifican corazones de hombres humanos, ni menos con sangre viva, como nosotros lo hacemos con nuestros dioses, sino con solamente oraciones y con bautismo de agua. Y esto le habían prometido de seguir, y que ninguno se lo estorbase ni le fuese a la mano, sino que le dejemos hacer lo que él quisiere, pues viene a ayudarnos y a favorecernos, por lo cual no nos conviene que le seamos contumaces, ni rebeldes, ni traidores.

Haga lo que quisiere y por bien tuviere, que él lo toma a su cargo, que es negocio de entre ellos; dioses son los unos y los otros, ellos se entenderán, y cada uno volverá por sí y por lo que le tocare. Mas a nosotros conviénenos conservar su amistad, porque nuestras gentes vivan seguras no demos lugar a que los enemigos nuestros tomen venganza de nosotros. Oído negocio tan duro por los de la república, volvieron los rostros al cielo en señal de gran dolor y sentimiento, y muy llorosos que era vellos cosa de espanto y lástima, de tal manera que decían algunos de ellos a sus señores:

"Decid al capitán y respondedle, ¿de qué, por qué nos quiere quitar los dioses que tenemos y que tantos tiempos ha que servimos nosotros y nuestros antepasados? Que sin quitallos ni mudarlos de sus lugares sagrados, pueden poner a su dios entre los nuestros, que también le serviremos, y adoraremos, o le haremos casas y templos aparte y de por sí, y será también dios nuestro y le guardaremos el decoro y respeto que a su deidad y santidad merece, guardando sus leyes y mandamientos como lo hemos hecho con otros dioses que nos han traído de otras partes".

A las cuales palabras torpes y sin fundamento les respondieron sus señores y caciques, que ya no había remedio a cosa ninguna de las que pedían, sino que precisamente había de hacerse lo que el capitán quería e que no se tratase más de ello; y ansí fue que luego callaron y comenzaron a ocultar y esconder secretamente muchos ídolos y estatuas, [...]

 

Para citar:
Muñoz Camargo, Diego , Historia de Tlaxcala, Tlaxcala, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social; Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2013 [1998], pp. 182-185
Persona(s):
  • Hernando Cortés