Relato de la vida de Marina

Texto original con ortografía de la época:

Era doña Marina, según Bernal Díaz del Castillo, hija de un cacique de Guazacoalco, una de las provincias sujetas al rey de Méjico, que partía sus términos con la de Tabasco, y por ciertos accidentes de su fortuna, que refieren con variedad los autores, fue transportada en sus primeros años a Xicalango, plaza fuerte que se conservaba entonces en los confines de Yucatán, con presidio mejicano. Aquí se crió pobremente, desmentida en paños vulgares su nobleza, hasta que declinando más su fortuna vino a ser, por venta o por despojo de guerra, esclava del cacique de Tabasco, cuya liberalidad la puso en el dominio de Cortés. Hablábase en Guazacoalco y en Xicalango el idioma general de Méjico, y en Tabasco el de Yucatán, que sabía Jerónimo de Aguilar, con que se hallaba doña Marina capaz de ambas lenguas, y decía a los indios en la mejicana lo que Aguilar a ella en la de Yucatán, durando Hernán Cortés en este rodeo de hablar con dos intérpretes hasta que doña Marina aprendió la castellana, en que tardó pocos días, porque tenía rara viveza de espíritu y algunos dotes naturales que acordaban la calidad de su nacimiento. Antonio de Herrera dice que fue natural de Xalisco, trayéndola desde muy lejos a Tabasco, pues está Xalisco sobre el otro mar, en lo último de la Nueva Galicia. Pudo hallarlo así en Francisco López de Gomara, pero no sabemos por qué se aparta en esto y en otras noticias más sustanciales de Bernal Díaz del Castillo, cuya obra manuscrita tuvo a la mano, pues le sigue y le cita en muchas partes de su historia. Fue siempre doña Marina fidelísima intérprete de Hernán Cortés, y él la estrechó en esta confidencia por términos menos decentes que debiera, pues tuvo en ella un hijo que se llamó don Martín Cortés, y se puso el hábito [70] de Santiago, calificando la nobleza de su madre: reprensible medio de asegurarla en su fidelidad, que dicen algunos tuvo parte de política; pero nosotros creeríamos antes que fue desacierto de una pasión mal corregida, y que no es nuevo en el mundo el llamarse razón de estado la flaqueza de la razón.

Para citar:
de Solís y Rivadeneyra, Antonio , Historia de la Conquista de Méjico: población y progresos de la América Septentrional conocida por le nombre de Nueva España, Madird, Espasa-Calpe, 1970 [1684], pp. 69-70
Persona(s):
  • Marina