Población india y mulata de la costa de sotavento y su participación en las redes mercantiles novohispanas

La población que vivía en las provincias novohispanas de la costa del sotavento veracruzano (Nueva Veracruz, Cosamaloapan, Los Tuxtlas, Acayucan) conoció el auge comercial del algodón al iniciar la última centuria del periodo colonial. Esta fibra -que se sembraba en la región desde el preclásico medio- generó un inusitado interés económico en las redes mercantiles novohispanas encabezadas por los poderosos comerciantes del consulado de la ciudad de México, quienes a su vez ejercían una enorme influencia en la elección de los alcaldes mayores de la Nueva España.

El algodón vino a sumarse al cacao e ixtle (pita) con que los indios acostumbraban cubrir sus cargas fiscales convirtiéndose estos tres “géneros” en la codicia de autoridades, comerciantes y curas. Por otra parte, las haciendas de ganado mayor, en manos de familias de ganaderos-comerciantes de la tierra caliente veracruzana, abastecían la demanda de carne de Puebla, Orizaba, Tlaxcala, Huejoxingo, Tepeaca o la ciudad de México. Fue la actividad ganadera la que a lo largo del siglo XVII y primeras décadas del XVIII mantuvo conectada a las provincias sotaventinas con otros mercados regionales novohispanos.

La importancia comercial del algodón en la Nueva España coincidió con el momento en que se hizo evidente el repunte de la población india (tras la debacle demográfica del siglo XVII) y la multiplicación constante de familias de calidad mulata–parda y mestizos. Se trata, como lo sabemos bien, de un momento histórico de expansión mercantil, crecimiento de los mercados a nivel mundial y de la lucha de las potencias europeas por hacerse con las materias primas de los continentes americano, africano y asiático –una coyuntura económica, política y social que antecedió al despegue de la producción industrial iniciada en Inglaterra a fines de siglo XVIII. Y si bien puede decirse que, en términos generales, el siglo XVIII novohispano fue uno de crecimiento económico, también lo fue de intensificación de la desigualdad social. Teniendo muy presente el papel fundamental que desempeñó la plata “mexicana” en la llamada globalización temprana, vale la pena recordar aquí el papel desempeñado por los tintes (grana cochinilla, añil, palo de Campeche), las reservas madereras, el cacao o el algodón en la inserción de las economías regionales novohispanas a los circuitos mercantiles a escala mundial.

La mayoritaria población india que habitaba las provincias del sotavento colonial (hablantes de náhuatl, zoque, mixe o mixteco) y la población mulata y negra libre (que representaba en conjunto entre el 30-35 % de la población total de la región costera veracruzana) aportaron la fuerza de trabajo que soportó la inserción de la economía comercial de la costa de sotavento a los circuitos mercantiles del imperio español. Las provincias costeras veracruzanas se convirtieron, ya para mediados del siglo XVIII, en las principales productoras de algodón de la Nueva España, junto a la de Jicayan en el pacífico. El grueso de la producción algodonera tenía como destino la región de Puebla, pero en la segunda mitad del siglo XVIII, una parte de esa producción se dirigió también a la zona serrana de Oaxaca o a España.

La voracidad de comerciantes, alcaldes mayores (más tarde subdelegados), curas y otros funcionarios menores se hizo patente en las provincias del sotavento y fueron reiterados los abusos y excesos en el cobro de los tributos y repartimiento de mercancías. Frente a estas injusticias, los pueblos de indios y población mulata expresaron su descontento y pusieron en práctica una política disidente en varios momentos del siglo XVIII y primeros años del siglo XIX. Si los indios enfrentaron dichos abusos e injusticias contando con las instituciones y demás recursos legales inherentes a sus repúblicas -además del acceso a tierras, bosques, agua y demás recursos naturales-, la población mulata y negra libre, salvo no más de tres excepciones, lo hizo careciendo de esas instituciones y sin tener el derecho a la posesión de la tierra.  

Para la integración del mercado regional del sur de Veracruz, las cuencas fluviales desempeñaron un papel fundamental. Fueron los caminos de agua dispuestos sobre los ríos Tonalá, Coatzacoalcos, San Juan Michapa, Hueyapan, Tepango, Tuxtla, Tesechoacán, Papaloapan, Jamapa o Blanco (y sus respectivos afluentes) los que -entreverados con caminos de tierra- hicieron posible la convivencia y conexión de quienes vivían en Acayucan, Cosamaloapan, Tlacotalpan, Alvarado, Tlalixcoyan, Santiago Tuxtla, Otatitlán o Tuxtepec. Cabe destacar también la importante función que en esta tupida red de caminos de agua y tierra desempeñaron los puertos interiores (o secos), así como las bodegas en las cuales se guardaban momentáneamente las mercancías antes de iniciar su recorrido por agua. Entre éstos destacan Tlacotalpan, Tlalixcoyan, Bodegas de Totoltepec, Bodegas de Otapan, San Juan, Tlacojalpan y Otatitlán. Además de la producción regional circulaban también por este circuito fluvial, los frutos de la tierra de Tabasco, Chiapas, Guatemala y Oaxaca.

En algunos de estos puertos de río y centros comerciales se desarrollaron devociones religiosas de convocatoria regional que resultaron de vital importancia para la lenta construcción de prácticas culturales comunes y la maduración de una cultura popular, más tarde conocida como jarocha. Acompañando y complementando estas celebraciones litúrgicas, se realizaban pequeñas ferias comerciales en donde se negociaban los frutos de la tierra que se producían y circulaban por la región y también de otros procedentes de Antequera, Puebla, Córdoba, Puerto de Veracruz, Xalapa y Orizaba. Entre éstas destacaron las de Tlacotalpan en honor a la Virgen de La Candelaria, la de Otatitlán dedicada a un Cristo Negro, de la Santa Cruz en Alvarado, a la Virgen del Carmen en Catemaco o Mecatepec (ya en el actual Tabasco) consagrado a otro Cristo Negro, en su advocación del “señor de la Salud”. Al amparo de estas ocasiones religioso-económicas se realizaban fandangos, jaripeos, torneos de cintas, comilonas, embalses de toros, paseos por los ríos de las imágenes religiosas o mojigangas que ofrecieron espacios de convivencia a mulatos, indios, negros y españoles de las distintas provincias sotaventinas y de las regiones cercanas.

Los vaqueros negros y mulatos que laboraban en las haciendas ganaderas –los mismos que desde inicios del siglo XVII conformaron las milicias de negros y mulatos lanceros encargadas de vigilar las costas- fueron los protagonistas de la otra vía de inserción de la región sotaventina a las economías regionales novohispanas. Ya desde fines del siglo XVI estos hombres de a caballo movilizaban a punta de garrocha, las manadas de reses de Acayucan, Cosamaloapan, Coatzacoalcos o Los Tuxtlas con destino a los pueblos y villas del altiplano central para el consumo de la población y, en menor medida, para aprovechar los cueros. Fueron estos vaqueros negros y mulatos encargados de conducir el ganado, –junto a indios “ladinos” que también ejercían la vaquería y arriería- quienes en la transición al siglo XIX empezarían a ser conocidos como jarochos. La cultura popular jarocha, tan apreciada en la actualidad, debe a la población india, mulata y negra sus más fuertes inspiraciones e improntas.

 

Para saber más:

  • García de León, Antonio, Tierra adentro, mar en fuera: el puerto de Veracruz y su costa de litoral a Sotavento, 1519-1821. México, Fondo de Cultura Económica, 2011.
  • Dehouve, Danielle, “El pueblo de indios y el mercado de Tlapa en el siglo XVIII”, en Arij Ouweneel y Cristina Torales Pacheco, Empresarios, Indios y Estado. México, Universidad Iberoamericana/Departamento de Historia, 1992, pp. 139-166.
  • Escobar Ohmstede, Antonio, “Los pueblos indígenas. Su participación en la economía regional del siglo XVIII y XIX”, América Latina en la Historia Económica, vol. 6, núm.
  • 12, 1999, pp. 57-70.
  • Antonio Ibarra, Mercado e institución: corporaciones comerciales, redes de negocios y crisis colonial. Guadalajara en el siglo XVIII. México, Universidad Nacional Autónoma de México - Bonilla & Artigas Editores, 2017.
  • Machuca Gallegos, Lara Olivia, Comercio de sal y redes de poder en Tehuantepec durante la época colonial. México, Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social/Fomento Cultural Banamex, 2007.
  • Alcántara López, Álvaro, Gobernar en familia. Disidencia, poder familiar y vida social en la provincia de Acayucan, 1750-1802. México, Bonilla & Artigas Editores, 2019.
Para citar: Álvaro Alcántara López, Población india y mulata de la costa de sotavento y su participación en las redes mercantiles novohispanas, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2981/2981. Visto el 15/05/2024