Las capillas “ex voto” de la Conquista de Tenochtitlan.

Los hechos ocurridos entre 1519 y 1521 que terminaron con la conquista de México Tenochtitlan a manos de las huestes españolas e indígenas comandadas por Hernán Cortés, forjaron entre los primeros una incuestionable identidad de grupo, pese a las desavenencias y problemas que después tendrían entre ellos. Por lo menos durante las siguientes dos décadas, dichos conquistadores convertidos en encomenderos formarían una élite social que impuso sus propios símbolos a aquellos llegados después, incluidas las autoridades enviadas por la Corona, virreyes y oidores.

Esa identidad tuvo su origen en la hazaña de la Conquista, aunque más específicamente, en los hechos militares acaecidos en Tenochtitlan y Tlatelolco tanto en 1520 como en 1521. El 30 de junio de 1520 ocurrió la huida de la ciudad (conocida como La Noche Triste), en la cual murieron muchos de los conquistadores en la calzada de Tlacopan. Entre mayo y agosto de 1521 se llevaría a cabo el asedio y destrucción de las dos ciudades lacustres.

Para la mentalidad de la época y la sociedad a la que pertenecieron los conquistadores, los lugares que fueron escenario de hazañas importantes merecieron ser recordados y, a la larga, serían elementos auxiliares en la formación de su identidad. Era el equivalente actual a levantar una estatua o colocar una sencilla placa para conmemorar un hecho ocurrido en el lugar. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en nuestras sociedades secularizadas, esos eventos estaban muy relacionados con la religión católica, su éxito se atribuyó al auxilio de las fuerzas celestiales y su conmemoración se realizó erigiendo templos a la Virgen y a los santos. Podemos por tanto llamar a esas edificaciones exvotos por su carácter de instrumentos de “acción de gracias” por los favores recibidos del Cielo. La mayoría de dichos templos, hoy transformados e incluso despojados de la memoria de su origen, todavía se encuentran de pie y constituyen la herencia histórica de la Conquista.

Aunque fueron erigidos en una época difícil de documentar, precisamente la que le siguió a la toma de la ciudad, es posible rastrear sus orígenes en las pocas menciones posteriores que hay sobre ellos. Estamos en los años que van entre 1521 y 1524, tiempo en que el núcleo de Tenochtitlan como ciudad española se iba construyendo y en el cual los conquistadores transitaron desde Coyoacán hasta su asentamiento definitivo en la capital. Cuatro son los edificios mejor documentados como “exvotos” y su construcción data de ese trienio posterior a la toma de las dos ciudades.

La ermita de los mártires.

Este templo fue erigido en el punto donde se dio la más sangrienta emboscada mexica durante la Noche Triste. Esto ocurrió en el cruce de la calzada de Tlacopan con el llamado Canal de los Toltecas, desde el cual los mexicas atacaron fieramente desde las barcas a las huestes de Cortés. Ese cruce existió en la actual Avenida Hidalgo, enfrente exactamente de las oficinas del SAT, en cuyas obras se encontró el llamado tejón de oro, pieza exhibida en el Museo de Antropología y hallazgo que confirma su ubicación.

Por lo que sabemos se trató de una ermita pequeña que se encontraría en medio de la calzada antes del canal de los Toltecas. Su constructor principal (participaron varios, como confirma Díaz del Castillo al decir de la ermita “que nosotros hicimos”) fue el conquistador de origen africano Juan Garrido, quien ocupó cargos en el Cabildo recién fundado en los primeros años de historia de la ciudad española.

Esta ermita es, entre las construcciones de los conquistadores, la que más se destacó como relicario, ya que ahí se colocaron los cráneos de los conquistadores sacrificados (“los mártires”) durante el asedio de Tlatelolco por los mexicas, los cuales fueron expuestos en el tzompantli levantado en la entrada de Tlatelolco por el camino de Tenochtitlan (donde hoy se encuentra la iglesia de Santa Ana, en la Lagunilla). La ermita de los mártires sería demolida en 1581 por ser estorbosa y estar en ruinas. Los restos mortales de los conquistadores se trasladarían a la iglesia de San Hipólito.

Iglesia de San Hipólito.

Relacionada con el mismo evento que la ermita de los Mártires, se construyó a pocos metros (200 aprox) más adelante que ésta, después del canal de los Toltecas.  La elección de dicho sitio pudo estar relacionada con el punto donde llegaron los que se habían salvado de la matanza cruzando el canal. La iglesia se hizo desde el principio donde hoy se encuentra (aunque el edificio que conservamos data del siglo XVIII), en el costado norte de la calzada de Tlacopan. Este templo fue mucho más grande y amplio que la ermita de los mártires y así se muestra en el plano de Uppsala hacia 1538.

La advocación de este templo se debe a la fecha religiosa en que se capturó a Cuauhtémoc y se dio por terminado el asedio de Tlatelolco, el día 13 de agosto de 1521. Dicho día está dedicado a san Hipólito, mártir y soldado romano cuya conversión se debió al presbítero San Lorenzo. A lo largo de la época virreinal se instauró en esa fecha el llamado Paseo del Pendón, en que el Cabildo de la ciudad de México llevaba el estandarte con la imagen de la Virgen usado por Cortés en el asedio. La fiesta, con el desfile que partía de la Plaza Mayor y llegaba hasta San Hipólito, sería la herencia histórica de la guerra de Conquista cuyo festejo llegaría hasta la Independencia.

Santa María de la Victoria.

Igualmente relacionada con la Noche Triste, este templo se construyó en el cerro Totoltepec, adonde llegaron los conquistadores huyendo de los mexicas que los persiguieron a  lo largo del trayecto desde el Canal de los Toltecas. En ese cerro, hoy en Naucalpan (no en Popotla) había un pequeño teocalli en la cima. Allí los conquistadores finalmente pudieron descansar, llorar a sus compañeros fallecidos y encomendarse a la Virgen. Consumada la conquista no olvidaron construir un templo en ese mismo punto. Bernal Díaz del Castillo señala al respecto: “en aquel cu (pirámide) y fortaleza nos albergamos y se curaron los heridos, y con muchas lumbres que hicimos, pues de comer ni por pensamiento; y en aquel cu y adoratorio, después de ganada la gran Ciudad de México hicimos una iglesia que se dice Nuestra Señora de los Remedios, y van ahora allí en romería y a tener novenas muchos señores de México”.

El constructor principal de esta ermita fue Rodríguez de Villafuerte y en el plano de Uppsala se denomina a este lugar como Santa María de la Victoria, en recuerdo de la ayuda de la Virgen para conseguir la victoria sobre los mexicas en 1521. A partir de la segunda mitad del siglo XVI este templo se pondría bajo la advocación de la Virgen de los Remedios, a la cual se le atribuiría una historia milagrosa y se le trasladaría a la capital casi todos los años para solicitar lluvias.

Iglesia de Santiago Tlatelolco.

El recinto sagrado de Tlatelolco, con su impresionante Templo Mayor de 114 gradas, fue uno de los últimos reductos en caer bajo las armas conquistadoras, más específicamente, las dirigidas por Pedro de Alvarado. Uno de sus hombres, Gutierre de Badajoz, logró subir a ese templo batallando escalón por escalón hasta que llegó a la cima y pudo quemar los templos gemelos que había en ella.

Bernal Díaz nos da valiosísima información al  respecto:

 …Después que ganamos aquella fuerte y gran ciudad y se repartieron los solares (o sea, hacia 1522), que luego propusimos que en aquél gran cu habíamos de hacer la iglesia de nuestro patrón y guiador señor Santiago, y cupo mucha parte de la del solar del alto cu para el solar de santa Iglesia de aquel cu de Uichilobos, y cuando abrían los cimientos para hacerlos más fijos, hallaron mucho oro y plata y chalchihuis y perlas y aljófar y otras piedras (ofrendas prehispánicas) [riqueza que] se quedó para la obra de la santa iglesia de señor Santiago.

La bravura mostrada por los mexicas en la defensa de ese punto y el enorme esfuerzo que los españoles tuvieron que hacer para ganar el templo motivó que el triunfo se atribuyera a la ayuda del apóstol Santiago. Este santo había sido a lo largo de la reconquista española el guía de las huestes cristianas contra los moros y ahora se le atribuía el triunfo frente a los mexicas. De hecho la imagen del retablo que se conserva en la iglesia actual (mandada hacer por fray Juan de Torquemada a principios del siglo XVII) muestra precisamente a Santiago atacando a los indios. Este templo fue el primer caso documentado de la sustitución de un teocalli por un templo cristiano después de la Conquista, con la clara intención de resignificar el lugar.

Estos cuatro “exvotos” son los que están mejor documentados y nos permiten fecharlos con seguridad entre 1521 y 1524. No obstante, existen otros que pudieron estar relacionados con la Conquista, pero sobre los cuales no hay referencias suficientes (como las señaladas por Bernal Díaz) que los avale como tales.

Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac.

Es probable que al haber estado ahí el campamento de Gonzalo de Sandoval durante el asedio de la ciudad, los españoles construyeran en la base del cerro un pequeño templo dedicado a esta patrona de Extremadura, región de donde provenían la mayor parte de los conquistadores españoles. Bernal Díaz dice al enumerar los beneficios de la conquista “…y la Santa Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, que está en lo de Tepeaquilla (Tepeyac), donde solía estar asentado el real de Gonzalo de Sandoval cuando ganamos a México”. Sin embargo no afirma que el templo en cuestión fuese hecho por los conquistadores, por lo que debemos dejarlo en una mera hipótesis.

La Inmaculada Concepción Tequipeuhcan.

Actualmente en el barrio de Tepito, ahí se dio la última parte del asedio. Cortés se hallaba en la azotea de un guerrero valiente mexica llamado Aztaoaztin viendo con un catalejo cómo García Holguín capturaba a Cuauhtémoc. El tlatoani fue llevado hasta dicha casa, donde ocurriría la dramática escena en que pediría a Cortés le atravesara el pecho con una daga. La advocación de esta iglesia, que existe desde fechas tempranas y así se muestra en el plano de Uppsala, recuerda una importante devoción franciscana que quizás recibió en 1524. El significado de su nombre náhuatl (Tequipeuhcan en náhuatl significa “donde comienza la servidumbre”) sería también el único referente que dejó en esas primeras ermitas la “visión de los vencidos”.

San Miguel Nonoalco.

Es posible que el templo que se encontraba en ese centro dependiente de Tlatelolco (y que está aún frente a la torre de Banobras y bajo el puente de Nonoalco) fuera construido como un “exvoto” ya que ahí Pedro de Alvarado estableció una avanzada de su campamento en sus ataques a Tlatelolco. La advocación al arcángel guerrero tuvo una connotación militar, lo mismo que Santiago y san Hipólito, pues la conquista armada fue concebida también como una batalla contra el Demonio y la idolatría. Con la llegada de los franciscanos en 1523 a este capitán de los ejércitos celestiales se le debió atribuir un importante papel como colaborador en los hechos acaecidos dos años atrás. De hecho, en el cerro de Chapultepec (lugar sagrado para los mexicas por encontrarse ahí la fuente de agua que abastecía a la ciudad) dichos frailes mandaron construir una ermita dedicada a san Miguel que aparece representada también en el plano de Uppsala.

Finalmente sabemos de la existencia de una enorme cruz sobre la calzada de Iztapalapa que se encontraba justamente en el punto en que Cortés estableció, durante el asedio, su real en Acachinanco (en algún punto cercano al metro Chabacano). La cruz sería una referencia de esa calzada durante el siglo XVI. Aparece claramente en el plano de Uppsala y también la menciona Durán al referirse al Tocititlán (muy posiblemente sea un nombre alterno de Acachinanco), donde efectivamente había un pequeño recinto religioso mexica de la diosa Toci que Cortés aprovechó para establecer su real. La cruz misma sería también un exvoto a donde Cortés tuvo su campamento militar y, como símbolo guerrero, recordaba la cruzada y con ellas la prodigiosa batalla librada por el emperador Constantino en el puente Milvio, cuya victoria fue atribuida a dicho emblema.

Estos edificios, sus santos y sus símbolos, con el devenir del tiempo y los acontecimientos, cambiarían de función y adquirirían otras características; algunos de ellos desaparecerían, (como la ermita de los Mártires y la cruz sobre la calzada de Iztapalapa) mientras que otros continuarían siendo importantes lugares de culto católico. Santiago Tlatelolco pasó a manos franciscanas en 1535 y se convirtió en un convento y colegio para la nobleza indígena; San Hipólito se volvería el templo de un hospital para dementes y sede de una congregación religiosa hospitalaria, aunque siguió siendo el punto final de la celebración del paseo del Pendón; Nuestra Señora de Guadalupe y la Virgen de los Remedios serían en el futuro importantes lugares de culto como lo atestigua el mismo Bernal Díaz.

Para saber más:

  • Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, México, Editorial Porrúa, 1983 (Sepan cuántos…, 5).
  • Miguel León Portilla y Carmen Aguilera, Mapa de México Tenochtitlan y sus contornos hacia 1550 [Plano de Uppsala], México, Secretaría de Cultura, Ediciones Era, 2016.
  • Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, Versión integra del texto castellano del manuscrito conocido como Códice Florentino, edición de Alfredo López Austin y Josefina García Quintana, México, Fondo de Cultura Económica, 2002.
Para citar: Antonio Rubial García, Iván Arriaga, Las capillas “ex voto” de la Conquista de Tenochtitlan., México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2813/2813. Visto el 26/04/2024