Historia Militar y la intervención armada mesoamericana en la guerra a Tenochtitlan de 1521.

Queda claro que la caída de Tenochtitlan implicó una amplia variedad de factores que algunos autores como Eduardo Matos Moctezuma han propuesto, entre los que se mencionan como los de tipo sanitario, psicológico, político -económico, sociales y por supuesto el militar.

Referente al militar, la tradición historiográfica ha marcado una serie de mitos que afortunadamente a lo largo de estos últimos veinte años se han ido matizando por algunos investigadores y en donde la Moderna Historia Militar, ha presentado sus cartas de análisis, para esclarecer algo que aún está lejos de ser totalmente comprendido, es decir la historia militar de la caída de México Tenochtitlan y la llamada Conquista de México.

Hasta el momento no se ha desarrollado un estudio profundo de la historia militar de dicho acontecimiento, que presente ideas que han sido maduradas con los años y con la experiencia suficiente respecto al tema, que sea sustancialmente multidisciplinario y no solo tomando una sola fuente de investigación, con un análisis historiográfico que esté exento de visiones eurocéntricas de dichos acontecimientos y que estén más apegadas a las realidades mesoamericanas, atendiendo el papel indígena de dichos conflictos.

Uno de los principales mitos es el seguir exaltando la figura de Hernán Cortés como el principal autor intelectual y operativo que, junto con sus huestes hispanas y su profusa tecnología bélica, fueron el motor fundamental de la caída de Tenochtitlan y Tlatelolco. Hoy sabemos que la participación indígena en dicho conflicto es mucho más importante que lo que se había estado publicado, es decir, en materia de tecnología militar, fue más la presencia de las panoplias mesoamericanas enfrentadas, que realmente las hispanas, las que participaron en dicho conflicto.

El enfrentamiento bélico de la caída de Tenochtitlan es realmente un conflicto de tropas indígenas contra indígenas con la participación muy reducida, de hispanos. Realmente la Historia Militar de la llamada “Conquista de México”, y en este caso de la caída de Tenochtitlan y Tlatelolco, es realmente una Historia Militar de Mesoamérica también, pues fueron los indígenas quienes proporcionaron prácticamente todo lo necesario para dicho acontecimiento.

La infraestructura logística necesaria como fueron, alimentos, materia prima para la construcción de los bergantines y otros tipos de armas, incluyendo versiones híbridas de armas hispano-indígenas, infraestructura sanitaria y quizá lo más importante: los sistemas de comunicación, información estratégica, los acuerdos diplomáticos y alianzas que permitieron a Cortés aprovechar el contexto para lograr un reclutamiento de tropas, sin las cuales un puñado de españoles con todo y su tecnología bélica o su destreza en la guerra, no hubieran logrado nada, probablemente ni siquiera hubieran llegado a Tenochtitlan.

Un claro ejemplo se da en la llamada Noche Triste, en la cual el mismo Cortés o Bernal Díaz del Castillo narran como, de no ser por el apoyo directo de sus aliados indígenas, particularmente los tlaxcaltecas, todo hubiera terminado en un desastre para ellos. En resumen, si los tlaxcaltecas hubieran dejado a Cortés y su gente sin todo el apoyo logístico en la “Noche Triste” la toma de Tenochtitlan hubiera adquirido otro rumbo, es decir, sin la presencia del “gran capitán”. 

El número de efectivos enfrentado sigue siendo toda una polémica y probablemente nunca podamos saber con certeza dichos números. Pero de lo que sí podemos estar seguros, es que un número nada desdeñable de tropas mexicas, las cuales fueron con el paso del conflicto diezmadas por otros aspectos como el hambre y sed, así como problemas sanitarios, se enfrentaron a otro número importante de guerreros indígenas de diversos grupos étnicos y no solo tlaxcaltecas, quienes proporcionaron la infraestructura sustancial del ejército indígena en contra de Tenochtitlan.

Se han hecho comparativas metodológicamente inadecuadas entre las campañas romanas o napoléonicas y la campaña hispano indígena en Mesoamérica, para tratar de argumentar que el tema de los números de tropas al final no es importante, considerando que, de igual forma en Europa, tanto Napoleón como los generales romanos tuvieron apoyo de auxiliares extranjeros en sus campañas.

La comparativa no tiene lugar, por un lado, por tratarse de contextos históricos muy diferentes, pero sobre todo que tanto las tropas napoléonicas como las romanas no se trataba, como el caso hispano de un reducido número de individuos, en territorio hostil mal armado, mal entrenado y con una innegable deficiencia de infraestructura militar en una campaña que ni siquiera tenía este carácter.

La guerra de 1521 en Tenochtitlan fue consecuencia inmediata de múltiples factores, entre ellos que Excan Tlatoloyan a estas alturas ya estaba desarticulada y que incluso algunos de sus participantes como la misma ciudad de Texcoco, se convirtieron en un punto estratégicos y logístico para la guerra, ya que no olvidemos que de ahí es donde parten los bergantines.

Pongo en tela de juicio la tradicional idea de que, fue solo Cortés quien ideó la toma militar de Tenochtitlan bajo la visión más europea, es decir que el planteamiento táctico híbrido para el asalto a Tenochtitlan desde una óptica de asalto por las calzadas y un ataque anfibio por el lago es una estrategia exclusivamente europea. Considero que igualmente existió una importante participación no solo operativa sino también intelectual de los capitanes indígenas, quienes además de proporcionar la información suficiente, también brindaron asesoría logística a Cortés para dicho enfrentamiento.

Esto representa contextualizar las capacidades militares indígenas en su justo lugar y no solamente ubicarlos, como siempre ha sido, en un plano de completa inferioridad y solo al servicio de los hispanos, es decir, la estrategia militar de la caída de Tenochtitlan fue sin duda un trabajo en equipo en muchos sentidos.

Realmente tenemos muchos ejemplos de ello, en el que, en muchos operativos militares y planteamientos tácticos presentes a lo largo de las campañas de Cortés, incluso mucho antes de la llegada a Cuenca de México, fueron realmente híbridas y no solo hispanas.

En el plano estrictamente combativo, las formas mexicas de hacer la guerra incluían sin duda, una capacidad innegablemente letal de acabar con los enemigos, bajo el uso de tácticas de combate en el empleo del arsenal indígena que estaba igualmente diseñado para ultimar enemigos. Sumado a ello la necesidad de captura de prisioneros, fue clara cuando de vez en vez, los mexicas y también los otros grupos indígenas, practicaban los combates de sumisión para someter a sus respectivos enemigos, es decir la guerra de Tenochtitlan fue finalmente una guerra entre mesoamericanos.

Por el contrario, Cortés y los suyos han legitimado en sus textos, su idealizada y exagerada capacidad combativa a la manera “española” que incluiría sus armas tecnológicamente superiores, generando una lógica propagandística en la cual, estos atributos militares fueron por demás suficientes para acabar con todo un imperio, con una ayuda mínima de los aliados indígenas.

Ni la esgrima, ni la mejor espada o daga, ni la tecnología militar española era lo suficientemente poderosa para acabar solos con el ejército mexica, por el simple hecho de que un puñado de hispanos, realmente mal armados y con un discutible entrenamiento militar, realmente no hubieran logrado nada, sin la verdadera fuerza de combate que hizo el trabajo, las tropas indígenas.

Operativamente hablando, la visión tradicional del combate uno a uno entre un hispano y un guerrero mexica, en el imaginario popular ya no necesariamente debe ser la visión óptima. El número de efectivos mexicas era proporcionalmente mucho mayor al hispano, y por más que se haga una comparación combativa y tecnológica entre un efectivo hispano, armado con espada y un guerrero mexica armado con macuahuitl, resulta ilógico y de poco provecho.

Es necesario contextualizar las batallas en escenarios mucho más reales y no solo reduccionistas, pues la esgrima hispana resultaba más que insuficiente, ante las capacidades combativas y poco comprendidas de los mexicas, y sobre todo sumado al número de efectivos reales a enfrentar, en el cual veríamos una lucha entre guerreros con panoplias indígenas e hibridaciones menores con las hispanas, contra igualmente guerreros con arsenal indígena. 

Que los tratadistas de tiempos pasados tomaran por cierta las verdades propagandísticas de Cortés, figurándose como el guerrero con facultades casi invencibles de combate y que ultimaran ellos solos, es decir las huestes hispanas, a cientos de indígenas quienes, a ojos hispanos, contaban con un deficiente y “aborigen” entrenamiento, es otra historia.

La nueva historiografía militar mexicana está tratando de poner en su justo y objetivo lugar a los pueblos indígenas, quienes participaron de manera mucho más protagónica que los hispanos, en la derrota militar de Tenochtitlan. No se trata de una moda historiográfica como se ha dicho, ni indigenista como algunos lo quieren ver, sino de ser más objetivos y difundir las visiones mucho más razonadas del problema.

Por lo tanto, como la ha hecho notar Federico Navarrete, debemos dejar de separar la Historia Militar de Mesoamérica con la “Historia Militar de la conquista”, debemos más bien entenderla como un continuo en el cual el reducto español que llega a tierras mesoamericanas, tiene sin duda una papel importante, pero en términos operativos, logísticos, de sistemas de armamento, sanitarios, estratégicos, y probablemente hasta de formas de combate, son en esencia mucho más mesoamericanos, por tanto es en esencia una Historia mesoamericana de la caída de México Tenochtitlan y no una “conquista española”

Se ha dicho que el concepto del asedio a Tenochtitlan al ser considerado como obra intelectual de Cortés, por ende, lleva la tradición bélica medieval, olvidando que la poliorcética y el asedio de ciudades fue igualmente practicado por los ejércitos indígenas, tal es el caso de la batalla de Guiengola en el escenario mixteco-zapoteco del Posclásico Tardío contra los mexicas.

Normalmente cuando se ve la operación militar de asalto a Tenochtitlan, solo se analiza el lado de las tropas hispano-indígenas, y poco se habla de los operativos defensivos, ya que contamos en cierto sentido, con menos información, por lo que es de mi interés destacar algunos aspectos.

La ciudad de Tenochtitlan no tenía una experiencia defensiva, ya que realmente nunca había sido asaltada por tropas enemigas, pese a ello el proceso defensivo en el cual Cuauhtémoc utiliza todos los recursos disponibles para la defensa fue importante.

La defensa de Tenochtitlan realmente inicia, mucho antes del asedio, ya que los mexicas prácticamente desde la Noche Triste, los acontecimientos en Otumba, Tepeaca e incluso en el desarrollo de construcción de los bergantines, la estrategia mexica siempre fue atacar la infraestructura de Cortés bajo un constante hostigamiento de envío de tropas para evitar que poco a poco Cortés y su gente fueran armando la estrategia final de asalto a la ciudad, información que muy seguramente los mexicas tenían contemplado, pero que no siempre se puede conocer por la falta de fuentes que lo verifiquen.

Cuando se decide cortar los suministros de agua de la ciudad, los mexicas conocedores de este operativo mandan canoas a defender la infraestructura hidráulica de Tenochtitlan, con el fin de evitar el corte agua el cual sabía era de vital importancia. Esto nos habla de la inteligencia militar defensiva que se había armado de parte del ejército mexica.

Bernal Díaz nos lo cuenta así: “Y lléndoles a quebrar los caños topamos muchos guerreros que nos esperaban en el camino, porque entendido tenían que aquello debía de ser lo primero que les podríamos dañar”

El uso de la experiencia lacustre mexica en el manejo de combates sobre canoas, adaptadas al escenario anfibio, les permitió a los mexicas atrasar el asalto por la vía terrestre de las calzadas, hasta que la presencia hibrida de bergantines y canoas indígenas aliadas, establecieron un recurso distractor y disuasivo que permitió el avance de los efectivos terrestres.

Parte de la estrategia mexica incluía generar un constante hostigamiento en los campamentos hispano-indígenas, sobre todo en las noches, para desarrollar un constante desgaste de las tropas, evitar su descanso y que estuvieran frescas para los combates. Con ello eliminamos otra idea equivocada, en la que se ha pensado que no se hacía la guerra nocturna mesoamericana.

Desde mi opinión ya no es justificable hablar de la conquista española de México, sino de una innegable intervención armada o invasión mesoamericana a Tenochtitlan y Tlatelolco, que dio por terminada una etapa histórica importante, y no se refiere a la historia mesoamericana, sino a la historia del Imperio mexica. Destaco la idea de intervención armada indígena e hispana, ya que ello conlleva desde la óptica de la Historia Militar, la configuración de un operativo con infraestructura propia, es decir, tropas, sistemas de armamento, utilización de pertrechos, unidades específicas de combate, un planteamiento táctico establecido, con el fin de diezmar y ultimar, en base a la fuerza militar una ciudad o estado.

 

 

Para leer más

  • Cervera Obregón Marco Antonio, El armamento entre los mexicas, Anejos de Gladius, n. 11, CSIC, Polifemo, Madrid, 2007
  • Cervera Obregón Marco Antonio, “El asedio terrestre a Tenochtitlan: la poliorcética aplicada en un contexto de historia mesoamericana”, en Revista Digital Guerra Colonial, n.7, 2020, 74-93.
  • Díaz del Castillo Bernal, Historia verdadera de la conquista de México, Porrúa, Mëxico, 2015.
Para citar: Marco Antonio Cervera Obregón , Historia Militar y la intervención armada mesoamericana en la guerra a Tenochtitlan de 1521., México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2677/2677. Visto el 28/03/2024