¿Conversión de los señores y destrucción de imágenes idólatras de Tlaxcala o pacto cosmopolítico y adquisición de objetos de poder cristianos?

La participación de las comunidades políticas indígenas en las conquistas y los regímenes coloniales en América ha sido objeto de una intensa renovación historiográfica en las últimas tres o cuatro décadas. Desde ingenuos, engañados y rápidamente derrotados por unos pocos españoles, ingleses, franceses o portugueses, los pueblos indígenas y sus comunidades políticas pasaron a figurar como agentes históricos con sus propias agendas políticas, valores culturales y decisiones frente a largos, complejos e intrincados procesos de conquista y sumisión política. De esta manera, el entendimiento de las ideas, acciones, proyectos políticos, valores y sistemas culturales indígenas se ha vuelto fundamental para que sea posible explicar las múltiples caras de los eventos y procesos que una vez fueron entendidos como conquistas y dominaciones planificadas y llevadas a cabo por españoles, portugueses, ingleses o españoles, en los cuales los pueblos indígenas serían solamente víctimas, aliados ingenuos o heroicos resistentes, pero siempre derrotados al final.

En este sentido, se ha revisado la participación de totonacas, tlaxcaltecas y otros pueblos nahuas en la conquista hispano-indígena de México-Tenochtitlán, permitiendo la comprensión de un proceso histórico con muchas caras, fases y vectores de fuerza, en el cual españoles y pueblos indígenas no se presentaron siempre como una oposición preestablecida, estable y dicotómica. Además, también nos hemos percatado que las epidemias y las alianzas entre los altepeme locales y los españoles jugaron papeles mucho más importantes que los cañones o los caballos para la caída de los mexicas.

Desde esta perspectiva renovada, ¿cómo se puede explicar el temprano bautismo de los cuatro señores de Tlaxcala y su supuesta renuncia a las imágenes, objetos y ceremonias de sus antiguos dioses y hombres-dioses? En este momento, o sea, en septiembre de 1519, ¿los tlaxcaltecas no serían aliados políticos con poderes simétricos o superiores al de los españoles? ¿Por qué, entonces, habrían aceptado renunciar a los objetos e imágenes que los españoles consideraban idolátricos y recibir el bautismo y las imágenes de Cristo y la Virgen, según lo describen las fuentes históricas de la segunda mitad del siglo XVI, como el Lienzo de Tlaxcala y la Historia de Tlaxcala? Para contestar a estas preguntas, uno debe reflexionar sobre los contextos sociales de producción de estas fuentes, mirar otros episodios registrados en ellas y comparar sus explicaciones del pasado con el contenido de otras fuentes, contemporáneas o más antiguas que ellas. Quizás este camino nos acerque a las perspectivas que los señores de Tlaxcala y los tlaxcaltecas tenían de la supuesta conversión al cristianismo y la aceptación de imágenes cristianas.

Las fuentes históricas más importantes sobre el proceso que culminó con la conquista de México-Tenochtitlán, desde la perspectiva tlaxcalteca, son la Historia de Tlaxcala, de Diego Muñoz Camargo, y el Lienzo de Tlaxcala, de autor desconocido. Diego Muñoz Camargo, que nació alrededor de 1529, era hijo de un conquistador español con una principal indígena, Juana de Navarra. Desempeñó el papel de intérprete y administrador de los bienes en el cabildo indígena de Tlaxcala entre 1560 y 1599, probablemente el año de su muerte.

Sumamente integrado a las élites indígenas tlaxcaltecas, en su segundo matrimonio se casó con una indígena principal de esa comunidad política, Leonor Vásquez, de Ocotelulco. Su actuación y vida con las élites tlaxcaltecas le permitieron la posesión de manuscritos históricos y el contacto con narraciones orales sobre la conquista de México-Tenochtitlán según los tlaxcaltecas, que fueron la base para la producción de su Historia de Tlaxcala, entre los años 1580 y 1590. Por otra parte, el Lienzo de Tlaxcala, con la famosa escena del bautismo de los cuatro señores, fue realizado por los tlaxcaltecas a partir de mediados del siglo XVI a instancias del virrey Luis Velasco. Parece que hasta finales del siglo XVI se produjeron tres lienzos, todos desaparecidos, pero que sirvieron de base para la producción de otros once lienzos o pinturas posteriores, considerados copias.

Como podemos ver, tanto la Historia como el Lienzo de Tlaxcala son narrativas producidas por las élites tlaxcaltecas o en contacto con sus tradiciones y manuscritos históricos en un ambiente sociopolítico muy diferente y posterior a la alianza inicial de los tlaxcaltecas con los conquistadores españoles. Sus confecciones, en la segunda mitad del siglo XVI, les imprimieron visiones y pretensiones de elites tlaxcaltecas ya más cristianizadas y con poderes políticos disminuidos en comparación con sus antepasados ​​de las primeras décadas del siglo XVI, retratados en esas dos narrativas, una escrita y otra visual.

Los años y décadas posteriores a la caída de México-Tenochtitlán estuvieron marcados por intensas epidemias que afectaron fuertemente a las poblaciones indígenas del altiplano central mexicano, generando, entre otros resultados, una fuerte disminución de la población indígena en profundo contraste con el creciente contingente de españoles. Esto resultó, entre otras cosas, en una disminución drástica y constante en el poder de las antiguas élites indígenas que se habían aliado entre sí y con los españoles para la derrota de los mexicas. Así, desde mediados del siglo XVI, las antiguas, imponentes y numerosas élites nahuas comenzaron a ser cada vez más prescindibles en el nuevo orden sociopolítico del régimen colonial. Y cuanto más poder y privilegios perdieron, más reclamaron las primeras alianzas ​​con los conquistadores y las tempranas conversiones de sus antepasados al cristianismo.

De ese modo, buscaban argumentos históricos para mantener sus beneficios de aliados y, ahora, súbditos de la corona, como la exención de impuestos o las pensiones. Eso porque el régimen colonial que se iba imponiendo, cada vez más, se cimentaba en nuevos y pocos caciques locales, a los cuales se concedían privilegios más mezquinos en comparación a los que se concedieron antes a las antiguas élites de raigambre prehispánica. Este proceso general llegó a las élites tlaxcaltecas de una manera más suave, ya que habían sido fundamentales en la lucha contra los mexicanos y disfrutaron de una gama más amplia de privilegios en el régimen colonial, pero también les alcanzó.

Este contexto general de producción de las narraciones tlaxcaltecas sobre las alianzas de sus antepasados ​​con los cristianos nos permite comprender algunos significados y valores depositados en los episodios relacionados con el supuesto bautismo y conversión de los cuatro señores de Tlaxcala, así como su supuesta decisión de abandonar sus imágenes y objetos ceremoniales para recibir los de origen cristiano. Para los tlaxcaltecas de la segunda mitad del siglo XVI, los episodios de 1519 condensaron lo que ocurrió gradualmente entre los años 1520 y 1550 o 1560. En otras palabras, aunque separados de los eventos narrados por solo tres o cuatro décadas, no podemos subestimar los cambios en las perspectivas de las élites tlaxcaltecas durante este corto período. Las transformaciones sociopolíticas fueron profundas y abruptas desde la caída de México-Tenochtitlán hasta la segunda mitad del siglo XVI y llevaron a las poderosas elites nahuas que habían se aliado con los españoles a posiciones más estrictas de sumisión política en un mundo cada vez más cristianizado. En este nuevo contexto, era esencial mostrar la antigüedad de la conversión de sus antepasados ​​al cristianismo, así como su aceptación pacífica, ya que ambos eran argumentos fundamentales en la lucha por mantener posiciones de mando y privilegio en las demandas jurídica de la Nueva España.

¿Estaríamos sugiriendo que las élites tlaxcaltecas de la segunda mitad del siglo XVI inventaron los episodios del bautismo de los cuatro principales señores y su decisión de adoptar las imágenes de Cristo, la Virgen y los santos cristianos? No. La cuestión es más compleja. Históricamente, es extravagante que se inventen eventos pretéritos ​​para atribuirles significados relevantes para el presente, o sea, para el momento en que se producen los escritos u otras representaciones del pasado. Es muchísimo más común y eficiente hacer que nuevas interpretaciones y significados se sedimenten sobre eventos que realmente sucedieron en el pasado.

Frente a esa situación, de la cual disponemos solamente de fuentes posteriores a los eventos y producidas ya en un ambiente sociopolítico muy distinto, ¿cómo investigar el significado que las elites tlaxcaltecas y sus contemporáneos atribuyeron al llamado bautismo de los señores Tlaxcala en el momento y contexto en que ocurrieron? Como sabemos, hay narrativas producidas por españoles que participaron o estuvieron involucrados en dichos eventos, como las Cartas de Hernán Cortés, o La verdadera historia de la conquista de Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. En la interpretación de estos dos autores, los señores tlaxcaltecas aceptaron la conversión al cristianismo por obra del dios único cristiano, el cual les permitía así contribuir para la salvación de las almas de los tlaxcaltecas, considerados idólatras y pecadores.

Por supuesto, estas no eran las ideas que estarían entre los tlaxcaltecas en 1519, quienes tenían sus propias explicaciones y valores culturales, muy diferentes de los cristianos. ¿Cómo podríamos abordar estos otros valores y explicaciones? El estudio de fuentes prehispánicas y coloniales que se ocupan de situaciones similares al bautismo de los señores de Tlaxcala puede proporcionarnos pistas acerca de los valores y significados que los nahuas u otros pueblos mesoamericanos solían asignar a sus propias imágenes y objetos ceremoniales y, de ese modo, acerca de las formas en que inicialmente entendieron y se apropiaron de los objetos, imágenes y ceremonias de origen cristiana.

En el siglo XVI, muchos otros contactos iniciales entre nahuas, totonacas o mayas y españoles muestran que no raramente los indígenas y los ibéricos interpretaron actos y objetos ceremoniales desconocidos según sus propios sistemas de cognición y pretensiones políticas. Es por esta razón que, por ejemplo, Moctezuma les envió a los españoles disfraces de Quetzalcoatl mientras todavía estaban en el Totonacapan. En el mismo sentido, los mayas cakchiqueles afirmaron que sus capitanes y nahuales habían sido derrotados por Pedro de Alvarado y sus nahuales, es decir, por la Virgen y los ángeles. Muchos otros casos en el siglo XVI, o incluso más tarde, atestiguan la recurrencia de este tipo de interpretación y lógica por parte de los indígenas en las primeras relaciones con los objetos, imágenes y ceremoniales de matriz cristiana, la cual, además, se marca por la postura de adicionar los elementos de matriz cristiana a los locales – la cual no caracteriza las acciones de los españoles frente a los objetos y ceremoniales nahuas o mayas.

Además, en la propia Historia de Tlaxcala, existen fuertes evidencias del predominio de esta postura y lógica aditiva por parte de los tlaxcaltecas frente a la propuesta española de convertirse al cristianismo y reemplazar sus imágenes y objetos ceremoniales por los de origen cristiano. Esto es visible, por ejemplo, cuando los cuatro principales señores tlaxcaltecas presentan esta propuesta a los señores locales, quienes responden:

“Decid al capitán y respondedle, ¿de qué, por qué nos quiere quitar los dioses que tenemos y que tantos tiempos ha que servimos nosotros y nuestros antepasados? Que sin quitarlos ni mudarlos de sus lugares sagrados, pueden poner a su dios entre los nuestros que también le serviremos, y adoraremos, o le haremos casas y templos aparte y de por sí, y será también dios nuestro y le guardaremos decoro y respeto que a su deidad y santidad merece, guardando sus leyes y mandamientos como lo hemos hecho con otros dioses que nos han traído de otras partes.” (Diego Muñoz Camargo. Historia de Tlaxcala, p. 203).

 

Por cuenta de este tipo de consideración y razonamiento histórico, proponemos que los tlaxcaltecas que participaron o fueron contemporáneos al bautismo de los cuatro señores de Tlaxcala interpretaron este evento como un ceremonial similar a muchos otros de origen nahua, en el cual esos señores recibieron objetos de poder y de comunicación con los seres no humanos que estarían vinculados a los españoles, sus nuevos aliados contra los mexicas. Eses nuevos aliados, según las batallas-diplomáticas conducidas anteriormente por los tlaxcaltecas, habían demostrado ser dignos de este pacto.

Esa interpretación tlaxcalteca no excluye, como mencionamos, que ese mismo evento, es decir, el bautismo de los señores de Tlaxcala hubiera sido comprendido de otra manera por los españoles que de él participaron, es decir, como el signo de la conversión irrestricta e inmediata de los tlaxcaltecas al cristianismo. A medida que los españoles se hicieron más poderosos en las siguientes décadas, esta versión o interpretación de los acontecimientos se hizo predominante y políticamente más interesante incluso para las élites indígenas tlaxcaltecas de la segunda mitad del siglo XVI.

 

Para leer más:

 

  • NAVARRETE LINARES, Federico. La conquista europea y el régimen colonial. In: MANZANILLA, Linda & LÓPEZ LUJÁN, Leonardo (coordenadores). Historia antigua de México. Vol. III. 2a. edição, México: INAH & IIA – UNAM & Miguel Ángel Porrúa, 2001. pp. 371-405.
Para citar: Eduardo Natalino dos Santos, ¿Conversión de los señores y destrucción de imágenes idólatras de Tlaxcala o pacto cosmopolítico y adquisición de objetos de poder cristianos?, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1746/1746. Visto el 01/05/2024