Hernán Cortés: ¿un hombre entre la Edad Media y el Renacimiento?

Hernán Cortés nació en 1485, apenas tres años después de que los reyes de Castilla, Isabel y Fernando, iniciaron la guerra contra el emirato musulmán de Granada. Su muerte ocurrió en 1547, casi una década antes de la abdicación del emperador Carlos V. Desde la perspectiva de las historias más tradicionales, la vida del conquistador de México transcurrió, en consecuencia, entre dos épocas históricas bien diferenciadas: la Edad Media y el Renacimineto, el inicio de la Edad Moderna.

Sin embargo, ni Cortés ni la mayoría de sus contemporáneos eran necesariamente conscientes de que su vida discurrió entre dos momentos históricos. Desde una perspectiva estrictamente histórica, toda época es una época de transición, y sabemos que los cortes temporales a partir de los cuales la historiografía occidental ha dividido la historia del mundo, Antigüedad, Edad Media, Edad Moderna, Época Contemporánea, son en realidad divisiones arbitrarias que con el discurrir de los siglos se han convertido en convenciones.  Sin embargo, a partir del siglo XVIII el movimiento de la Ilustración calificó a la Edad Media como “tiempos oscuros” marcados por el retroceso de la cultura escrita y el fanatismo religioso, mientras que a la primera parte de la Edad Moderna se le identificó con el Renacimiento y con los valores positivos asociados a él: el renacer de la cultura escrita, la eclosión de las artes plásticas y la arquitectura, la invención y desarrollo de la imprenta, el inicio de las exploraciones atlánticas, el desarrollo de las ciencias naturales, el aprendizaje de las lenguas clásicas como el griego y el latín y, en el ámbito espiritual, el desarrollo de una devotio moderna (devoción moderna) caracterizada por la búsqueda de la vinculación directa del ser humano con Dios sin la necesidad de la mediación de la Iglesia.

Esta visión simplista de la Edad Media tuvo, además, una utilización política a partir de 1789, cuando en el marco de la Revolución Francesa, los burgueses que querían conquistar el poder político calificaron de “medievales” y oscurantistas aquellos derechos y leyes que protegían a la nobleza y sancionaban el orden feudal. Esa visión negativa sobre la Edad Media  pervivió a lo largo de los siglos XIX y XX entre el gran público, de tal suerte que la conquista de la nueva España y la violencia ejercida en algunos momentos por Hernán Cortés y sus huestes castellanas fueron explicadas, particularmente en los libros de difusión, en función del hecho de que el capitán extremeño era un hombre medieval. En consecuencia, los tres siglos en los que la Nueva España fue parte de la Monarquía Hispánica se concibieron como los siglos “oscuros” de nuestra historia, donde había ocurrido muy poco y en los que la destrucción de las culturas indígenas por el “fanatismo” y “ambición” de los conquistadores fueron el denominador común.

Frente a esta visión simplista, manipulada políticamente y que hace gala de un enorme desconocimiento de los siglos medievales, cabe preguntarse si Hernán Cortés, y con él toda su generación, fue consciente de los cambios operados en las décadas que vivió. La pregunta es pertinente porque numerosos elementos políticos, económicos, militares, culturales, ideológicos y espirituales gestados a lo largo de la plena y la baja Edad Media mantuvieron su vigencia al menos hasta el siglo XVIII, pero también es cierto que a finales del siglo XV y a lo largo del siglo XVI el mundo entero -y no sólo Europa- sufrió cambios importantes motivados, precisamente, por personalidades como las de Cristóbal Colón o el propio Cortés, quienes pusieron en contacto las tierras situadas a ambas orillas del atlántico dando inicio a la globalización.

Desde la perspectiva hispánica -y castellana en particular- Cortés supo aprovechar aquellos elementos que le eran útiles de la tradición jurídica, militar, ideológica y espiritual propios de lo que hoy llamamos época “medieval”, pero también entendió la importancia de elementos nuevos, como el acto de escribir, el reconocimiento continuado de la suprema soberanía del monarca castellano o bien, la voluntad de apegarse siempre a la normativa jurídica. Si situamos nuestro análisis en dos elementos concretos, se puede observar mejor la manera en que la figura y la actuación de Cortés conjugan elementos viejos y nuevos. En el aspecto militar, el sitio de México-Tenochtitlan fue llevado conforme a la tradición medieval castellana, es decir, mediante la guerra de sitios. Las ciudades musulmanas de Toledo (1085), Córdoba (1236), Sevilla (1248) y Granada (1492) habían caído en poder de los reyes cristianos tras meses de asedios. Los elementos de nuevo cuño fueron, por una parte, las armas de fuego que, aunque fuesen insignificantes tácticamente, representaban la modernidad en la Europa de aquellos años; por el otro, en dividir a sus tropas en distintos cuerpos en los que la infantería -y ya no la caballería- tuvo un papel central, sin que por ello se desestime el uso del caballo como el instrumento que concedió a la hueste cortesiana una ventaja táctica invaluable. Otro elemento fue la combinación en su espíritu de un ideal religioso, devoto y cristiano  con actitudes propias de los nuevos tiempos, como su capacidad de observación -lo cual habla de su empirismo-, su afán por explorar las tierras del reino conquistado, su afán de riqueza -tan disímil de la humildad cristiana- o su búsqueda de fama y gloria en las armas, tal y como la habían perseguido otros capitanes de su tiempo, como el propio Gonzalo Fernández de Córdoba, protagonista de las guerras de Italia y conocido como “el Gran Capitán por sus proezas”.

Atendiendo a los cortes cronológicos convencionales, podría decirse si lugar a dudas que Hernán Cortés fue un hombre del Renacimiento y que la “España” que llegó a las costas de nuestro país en 1519 no fue la que salía de la Edad Media, sino la que se hallaba plenamente inserta en las corrientes humanísticas europeas de su tiempo. Pero también podría decirse que el capitán extremeño fue una persona que vivió en el “otoño de la Edad Media” y que la “España” de la que procedía el futuro marqués del Valle se hallaba plenamente inserta en las corrientes religiosas reformistas iniciadas en el siglo XIV y en la que la mentalidad señorial y la creencia en un orden social inamovible establecido por Dios eran indisociables de la creencia en la suprema potestad del rey. Si algo caracterizó este periodo de la historia europea fue su capacidad de integrar elementos que hoy podemos considerar opuestos, pero que entonces eran fácilmente asimilables.

Quizá lo que deba cambiar es nuestra visión simplista del pasado y los cortes cronológicos convencionales, que lejos de explicar satisfactoriamente los procesos históricos, los simplifican de una manera absurda. En lugar de eso podemoc comprender el periodo que se extiende entre los siglos XI y XVII en Europa como una unidad de sentido histórico marcada por el fortalecimiento de las monarquías europeas; el desarrollo de las armas de fuego; la profesionalización de los ejércitos y la diplomacia; el desarrollo del capitalismo mercantil y financiero; la búsqueda de nuevos mercados y rutas comerciales; la exploración de nuevas fuentes de abastecimiento de metales preciosos y materias primas; la lucha por la hegemonía política entre las monarquías europeas y su expansión territorial; el desarrollo de la cultura escrita, de las artes plásticas, de las ciencias naturales y de la tecnología y, en fin, la definición de Europa como una sociedad cristiana. La compleja figura de Hernán Cortés encierra en sí misma todos estos procesos históricos y se nos presenta, como fiel espejo de toda una época.

 

Para saber mas:

  • Jacques Heers, La invención de la Edad Media, Barcelona, Crítica, 2000, 296 p.

Martín Ríos “El mundo mediterráneo y su proyección en la conquista de América. Cuatro propuestas para la discusión”. Históricas. Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, N° 90, 2011, pp. 2-15.

Para citar: Martín Ríos Saloma, Hernán Cortés: ¿un hombre entre la Edad Media y el Renacimiento? , México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1291/1291. Visto el 27/03/2024