Las tipologías de sacrificio humano en México-Tenochtitlan

Tanto las crónicas escritas en náhuatl y en español, como la iconografía contenida en los manuscritos pictográficos describen con detalle los distintos tipos de sacrificio humano que se llevaban a cabo en México-Tenochtitlan, la capital insular de los mexicas.

Una de las inmolaciones más frecuentes era la extracción del corazón de la víctima. Una serie de mortificaciones rituales podían tener lugar antes de la cardiectomía, tal como el “rayamiento”, es decir las heridas producidas por el “combate gladiatorio”, o la exposición al fuego (asamiento). En el momento del sacrificio, la víctima era sujetada de sus extremidades por cuatro sacerdotes y acostada boca arriba sobre la piedra de los sacrificios; mientras, un quinto ministro de culto presionaba sobre su cuello una argolla de madera o el cartílago rostral de un pez sierra, de los que se han encontrado varios ejemplares en las excavaciones del Proyecto Templo Mayor. El sacrificador tenía acceso al tórax y al corazón a través de la cavidad abdominal y luego extraía el órgano vital que podía tener distintos destinos: ser ofrecido al sol o a la luna; puesto en un cuauhxicalli (“vaso del águila”); comido; untado en la cara de la efigie divina; quemado o tirado en el remolino del Pantitlán, en el lago de Texcoco. Después del sacrificio, el cuerpo de la víctima podía ser objeto de más atenciones rituales, como desprender la cabeza y preparar el resto del cuerpo para consumirlo en un banquete antropófago. Esta occisión ritual tenía lugar, con frecuencia, a lo largo de las fiestas de las veintenas del calendario solar, en honor a dioses como Huitzilopochtli, Xipe Tótec, Tezcatlipoca, Tláloc y Chalchiuhtlicue, Xilonen, Cihuacóatl, Ilamatecuhtli, Mixcóatl, Xiuhtecuhtli, sólo para citar algunos de los más importantes. En el Templo Mayor se cuenta con evidencia de dos cardiectomías: el caso de un niño ofrendado al dios tutelar mexica, encontrado en la Ofrenda 111 y un jaguar hallado en la Ofrenda 9.

Otra tipología de sacrificio era el degüello, destinado sobre todo a los ixiptla (representantes de los dioses) femeninos de diosas como Toci-Teteo Innan, Huixtocihuatl, Xilonen o la víctima infantil dedicada a Tlaloc en Huey Tozoztli. La finalidad era disponer de grandes cantidades de sangre, aunque – según la evidencia aportada por los estudios de antropología física – esta técnica no implicaba la separación de la cabeza del cuerpo. Cabe subrayar que estas dos técnicas sacrificiales y postsacrificiales – cardiectomía y decapitación – podían llevarse a cabo una después de la otra, es decir, una víctima podía ser degollada y luego extraerse su corazón o al revés. Igualmente hay menciones de tres o hasta cuatro formas de inmolación para una misma víctima.

El flechamiento era otra forma de sacrificio o de suplicio previo a la muerte. Se ataban las víctimas a unos maderos altos – en Ochpaniztli se trataba del Tocititlan, el lugar de culto de la Madre de los dioses – con brazos y piernas extendidos. Luego eran flechadas. Como en el caso del degüello, una gran cantidad de sangre brotaba de las heridas, lo que ha permitido asociar esta técnica sacrificial con la fecundación de la tierra. En algunos documentos, el flechamiento no representaba la causa de muerte, ya que después de haber provocado el derramamiento de la sangre, los sacrificadores extraían el corazón de las víctimas. El ixiptla de Chicomecóatl era sacrificado disparándole una flecha en la garganta. Este suplicio/sacrificio se llevaba a cabo en Tlacaxipehualiztli y Ochpaniztli.

El despeñamiento era otra manera de realizar la muerte ritual en Tenochtitlan. En Ochpaniztli unos sacerdotes subían hacia la cima de unos palos de 30 brazas y arrojaban a las víctimas que caían, despedazándose, y luego eran degolladas.

El ahogamiento era un sacrificio destinado a las pequeñas víctimas de los dioses acuáticos. Los niños eran llevados en la laguna y sumergidos, a veces también con la canoa utilizada para cruzar el lago. La inanición, documentada para el ixiptla del dios del país de los muertos, Mictlantecuhtli, consistía en abandonar a una persona en un espacio cerrado donde no pudiera sobrevivir. En el caso del representante del dios, esto tenía lugar en la veintena de Tlaxochimaco-Miccailhuitontli. La víctima anciana era encerrada con mucha comida en una cueva artificial que se encontraba en el templo del dios, la cual era tapada con piedra y lodo.

El derrumbe del techo preveía encerrar a las víctimas en un cuarto, haciendo que la parte superior del recinto se desplomara sobre ellas. Es una tipología de sacrificio mencionada por Hernando de Alvarado Tezozómoc y fue, de hecho, el destino de los tlaxcaltecas que osaron incendiar el templo de Toci en Tenochtitlan.

Los lugares donde se llevaban a cabo estas occisiones rituales en Tenochtitlan eran numerosos. La cumbre del Templo Mayor representaba, sin lugar a dudas, el espacio primordial donde tanto cautivos de guerra como representantes divinos encontraban la muerte. Otros edificios piramidales, como el templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, el de Tezcatlipoca o el de Xipe Tótec, representaban asimismo lugares privilegiados. En el caso de este último dios, también el temalácatl, la “rueda de piedra” sobre la que se llevaba a cabo el combate “gladiatorio”, era teatro de sacrificio. Durante la inauguración del Templo Mayor presidida por Ahuítzotl en 1487, diecinueve templos en la ciudad funcionaron al mismo tiempo para realizar las occisiones rituales. Otro espacio sacrificial era el Huey Cuauhxicalco, donde se inmolaban los ixiptlas del sol, de la luna y muchos otros cautivos.

Finalmente, los espacios naturales, tanto las montañas como el lago de Texcoco, mantenían un papel sumamente importante en relación a los sacrificios dedicados a las entidades acuáticas y telúricas. En efecto, en la cumbre de los cerros, en el remolino del Pantitlan y en los santuarios Ayauhcalli de la montaña Tepeztintli – también ubicada en la laguna – se llevaban a cabo inmolaciones, sobre todo de infantes.

 

Para leer más:

  • Chávez Balderas, Ximena, 2017, Sacrificio humano y tratamientos postsacrificiales en el Templo Mayor de Tenochtitlan, México, Secretaría de Cultura, Instituto Nacional de Antropología e Historia.
  • Graulich, Michel, 2016, El sacrificio humano entre los Aztecas, México, Fondo de Cultura Económica.

 

Para citar: Elena Mazzetto, Las tipologías de sacrificio humano en México-Tenochtitlan, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1854/1847. Visto el 26/03/2024