El viaje del Penacho de Moctezuma

El 10 Julio de 1519, la Junta de Regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz envió por vía marítima una Carta de Relación dirigida a la Reina Doña Juana y a su hijo el emperador Carlos. En este mismo navío se despacharon también “el oro y plata y piedras y plumajes que se ha habido en estas partes nuevamente descubiertas”. Con esta travesía, no sólo se inició el viaje de los relatos de la conquista, sino también varios objetos mesoamericanos comenzarían una larga vida fuera de su continente de origen como testigos de un intercambio cultural entre América y Europa. Por muchos años se creyó que el Penacho de Moctezuma había viajado en este navío, sin embargo, hasta la fecha no se tiene certeza de cómo llegó a Europa. Actualmente se encuentra en el Museo Etnológico de Viena, Austria, ahora Weltmuseum (Museo del Mundo).  

El penacho es un tocado o quetzalapacancayótl. Mide aproximadamente 1.30 metros de altura y 1.75 m de diámetro. Fue manufacturado con plumas de cuatro tipos de aves, distribuidas en cuatro hileras. Las que más sobresalen, por ser las más largas y vistosas, son las de color verde esmeralda, provenientes del quetzal, ave fascinante que habitaba en el sur de México y Guatemala. Esta tonalidad contrasta con la fila de plumaje rojo carmesí proveniente del pájaro tlauhquéchol, descrito como un “ave pequeña muy galana y de pluma muy rica.” La banda de color marrón o café proviene de la piaya o pájaro vaquero o ardilla. Las plumas de tinte azul de un ave de la familia de los cotíngidos. Otros elementos decorativos de oro resaltan la belleza del objeto: 1544 laminillas o lentejuelas en forma de crecientes, así como tres secuencias de discos y escamas cuadradas y redondas. Hoy, muchas de ellas han sido reemplazadas con latón para aligerar el peso del objeto.

La forma semicircular del penacho muestra la complejidad de su manufactura pues un montaje de varias varillas debe dar soporte a toda la pieza. Los artistas amantecas, como se conocía en náhuatl a estos expertos confeccionadores de piezas con plumas, ataron, anudaron y pegaron el plumaje con fibras de agave y algodón para lograr la flexibilidad deseada. No en vano Sahagún en su Historia General de las Cosas de la Nueva España describe, con asombro, el trabajo de estos artífices habitantes de Amatlán:

 

Y antes que tuviesen noticia de las plumas ricas de que se hacen las divisas y armas arriba dichas, estos toltecas labraban plumajes para bailar, de plumas blancas y negras de gallinas, y de garzotas, y de ánades. No sabían entonces aún los primeros de este oficio que ahora se usan. Toscamente componían la pluma, y la cortaban con navajas de iztli encima de tablas de ahuéhuetl. Las plumas ricas aparecieron en tiempo del señor que se llama Ahuítzotl, y trajéronlas los mercaderes que llamaban tecuhnenenque cuando conquistaron a las provincias de Anáhuac. Entonces comenzaron los amantecas a labrar cosas primas y delicadas.

 

El uso de las plumas en Mesoamérica era común para elaborar atavíos que se utilizaban en las fiestas para honrar a los dioses, para tocados que denotaban cierta jerarquía social o para divisas divinas. En la pintura mural teotihuacana podemos encontrar retratos de todo tipo de objetos elaborados con pluma. También se tiene registro de deidades y personajes con tocados de pluma en los diferentes códices mesoamericanos y coloniales. 

No cabe duda de que la singularidad del penacho tiene relación con su espléndida manufactura y suntuosos materiales. Sin embargo, su fama mundial también es producto de la asociación del objeto con el gobernante mexica Moctezuma y el conquistador Hernán Cortés, así como de la disputa legal que se suscitó entre México y Austria por su pertenencia. Allende de las versiones sobre el derecho legal de custodia de ambos países, es un hecho que, esta pieza de arte indígena sobrevivió por varios siglos en territorio europeo sin que los mexicanos le dieran mucha importancia.

A finales del siglo XVII, el penacho  se identificó como un sombrero morisco y no fue sino hasta el siglo XIX, en que se le adjudicó un origen indígena mexicano. Podemos decir que a partir de este momento surge el interés por parte de los europeos por vincularlo a Moctezuma y desde luego a Cortés. Esta relación se hizo más evidente a raíz del Congreso Internacional de Americanistas de 1908, que se llevó a cabo en Viena. Este artefacto fue identificado entonces como una “corona de plumas”, versión posteriormente desechada tras comprobar en los códices mexicanos que los gobernantes mesoamericanos no utilizaban coronas y penachos, sino otro tipos de tocados como signo de autoridad, entre ellos la diadema Xihuitzolli.

En el siglo XX, las asociaciones entre el penacho y el “emperador Moctezuma” hechas por los europeos se combinaron con el discurso indigenista mexicano cuya propuesta oficial era el rescate del pasado glorioso indígena a través de sus símbolos mexicas. Por ello, este bien cultural se consideró parte del patrimonio arqueológico que debía ser repatriado. No obstante, la petición formal tardaría varias décadas más. A partir de 1990, dos hechos contribuyeron a que el asunto del penacho ocupara la atención pública: la cercanía de la celebración del centenario de la llegada de Cristóbal Colón en 1992 y la diligencia de un danzante de bailes tradicionales radicado en Austria, conocido como Xokonoschtletl Gómara. Éste personaje ha sostenido por décadas que el penacho era una corona imperial que había pertenecido a Moctezuma y que por esa razón debe repatriarse. Con este fin, organizó una marcha y un mitin en Austria, cuyo objetivo era presionar para que el gobierno mexicano tomara cartas en el asunto. Ante tales hechos el Instituto Nacional de Antropología e Historia envío una petición diplomática de devolución en 1991. Cientos de oficios viajarían de México a Austria y viceversa. Sin embargo, tras examinar el estado físico del penacho, se llegó a la conclusión que no sería posible transportarlo pues su deterioro sería irreversible.

 

Para leer más:

  • Oliver Gilhem y López Luján "De ancestros, guerreros y reyes muertos. El simbolismo de la espátula rosada (Platalea ajaja) entre los antiguos nahuas", en Eduardo matos Moctezuma y Angela Ochoa, Del saber ha hecho su razón de ser... Homenaje a Alfredo López Austin, Tomo I, Eduardo Matos Moctezuma y Ángela Ochoa coords., INAH, UNAM, 2017, pp. 159-194
  • Sahagún Bernardino, Historia general de las cosas de Nueva España, tomo 2, capítulo XIX, estudio introductorio, paleografía, glosario y notas Alfredo López Austin y Josefina García y Quintana, 3ª. Ed., Distrito Federal, CONACULTA, (Cien de México). p.849
  • Feest Christian, Viennas Mexican Treasures. Aztec, Mixtec, and Tarascan Works form 16th Century Austrian Collections ver https://www.researchgate.net/publication/236584714_Vienna's_Mexican_Treasures_Aztec_Mixtec_and_Tarascan_Works_from_16th_Century_Austrian_Collections

 

Para citar: Edith Llamas Camacho, El viaje del Penacho de Moctezuma, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/1349/1326. Visto el 18/04/2024