Un encuentro de calendarios

Según la correlación reconstruida por Alfonso Caso, el martes 8 de noviembre 1519, día 7-cocodrilo del año 1-caña, tuvo lugar el famoso encuentro entre el huei tlatoani de México-Tenochtitlan, Moctecuzoma Xocoyotzin, y el jefe de los expedicionarios españoles, Hernán Cortés. Se trató de un acontecimiento trascendental en la historia de México o, para utilizar la afortunada expresión de Miguel León-Portilla, un “encuentro de dos mundos”. Pero en esta cita de la historia, no se confrontaban solamente dos civilizaciones que desde hace milenios ignoraban mutuamente su existencia, sino también concurrieron dos sistemas muy diferentes de contar el tiempo: el calendario juliano, utilizado en Europa hasta el siglo XVI, y el calendario mexica, que el imperio de la triple alianza de Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan había impuesto sobre los pueblos sujetos para la recaudación del tributo.

Más allá de las pocas semejanzas y de la correlación establecida por Alfonso Caso, estos dos sistemas calendáricos tenían una historia y una función muy distintas. El calendario juliano se fundó por disposición de Julio César en el año 46 a.C. y representó una reforma importante al anterior calendario romano. Posteriormente a la difusión del cristianismo en el imperio romano, al calendario juliano se le añadió el ciclo de la semana, de origen judío, y se instauró una datación basada en el año de nacimiento de Jesucristo. Asimismo, en el curso del tiempo se estableció el santoral católico, con un santo para cada día del año, y en el siglo IV se asentaron las festividades fijas y movibles, como la Navidad y la Pascua.

La historia del calendario mexica, por otra parte, es casi completamente desconocida y hablar de ella resulta muy conjetural. Para poder decir algo, es necesario entonces arriesgarse un poco y proponer una hipótesis basada en los dos siglos de historia mexica que conocemos con cierta seguridad. Es posible que el calendario mexica se haya constituido entre finales del siglo XIV y principios del XV, con la fundación de la dinastía gobernante de Tenochtitlan originaria de Colhuacan. Según esta posibilidad, uno de los primeros gobernantes mexicas -Acamapichtli o más probablemente Huitzílihuitl- ancló su cuenta de los años al tonalpohualli, estableciendo su propio cempohuallapohualli (ciclo de 18 veintenas), que empezaba en la veintena de “el agua es dejada” (atl cahualo), y su propio xiuhtlapohualli (ciclo de 52 años), que empezaba en un año 1-conejo.[1] Posteriormente los mexicas aplicaron esta cuenta de los años a toda su historia – sobre todo a partir del período imperial después de la guerra de Azcapotzalco y el reinado de Itzcóatl – construyendo una cronología de casi 500 años, desde la salida de Aztlan en el año 1-pedernal (1064) hasta la llegada de los españoles en un año 1-caña (1519). Esto significaría que al momento de la fundación de Tenochtitlan, a comienzos del siglo XIV, los mexicas no tenían todavía una cuenta de los años propia, o tal vez utilizaban la de otro pueblo hegemónico al cual estaban sujetos que hubiera podido ser Colhuacan, Azcapotzalco o Coatlinchan.

Podemos decir, entonces, que al momento del contacto, en 1519, el calendario juliano contaba con más de 1500 años de historia y una difusión capilar en toda la cristiandad europea, mientras que el sistema calendárico mexica apenas contaba con 100 años de historia y era utilizado por otros pueblos de Mesoamérica sólo para saber cuándo tenían que entregar tributo; es decir, aparte de una cuenta de 260 días común para todos los grupos mesoamericanos, el tonalpohualli, cada quien seguía su propia cuenta de las veintenas o cempohuallapohualli y su propia cuenta de los años o xiuhtlapohualli. Por eso los calendarios mesoamericanos tenían una antigüedad comparable al calendario juliano -de hecho sabemos que la cuenta del tonalpohualli surgió varios siglos antes del nacimiento de Cristo-, pero en Mesoamérica siempre existió una gran diversidad de calendarios, entre los cuales el mexica sólo era una variante entre muchas. A diferencia de la civilización europea, en la cual la propagación del cristianismo significó la imposición del calendario juliano, los mexicas dejaron que los pueblos sujetos a su poder tuvieran sus propias cuentas del tiempo.

Para los mixtecos, por ejemplo, el año cristiano 1519 correspondía a un año mixteco 13-caña, pero aunque sus años y sus períodos de veinte días no correspondían con el de los mexicas, los mixtecos que había sido conquistados por los mexicas sabían perfectamente qué año era para los mexicas y cuándo tenían que entregar tributo en las veintenas mexicas del “desollamiento de personas” (tlacaxipehualiztli) y del “barrido” (ochpaniztli).[2]

Otra distinción esencial entre el calendario juliano y el mexica era la función que tenía la datación en ambos sistemas: para los europeos era fundamental conocer con exactitud el día, el mes y el año del encuentro de Cortés y Moctezuma por razones religiosas y políticas (la propagación de la Fe y el dominio de España), mientras que para los mexicas era importante saber el día del tonalpohualli y el año del xiuhtlapohualli por cuestiones semánticas y pragmáticas (el significado del acontecimiento y las medidas a tomar para el futuro). Sabemos que el año 1-caña, que correspondía al signo del tonalpohualli atribuido a Quetzalcóatl, propició la identificación de Cortés con este dios y jugó un papel importante a favor de sus pretensiones de avasallar a Moctezuma. Sin embargo, ninguna fuente histórica del siglo XVI menciona el día del tonalpohualli del encuentro, 7-cocodrilo, ni aventura una posible interpretación de su significado. De hecho, la gran mayoría de los autores refieren como signo del encuentro 8-viento, el día inmediatamente después de 7-cocodrilo en el tonalpohualli. ¿Cuáles fueron las razones de este desfase de un día con respecto a la correlación de Alfonso Caso?  ¿Quizás un error de cálculo a posteriori que no tomó en cuenta el bisiesto de 1520? ¿O tal vez la introducción de un misterioso “bisiesto náhuatl”, como propone Rafael Tena, que permitía ajustar el año mexica a la duración del año trópico?

Sea como fuere, a los mexicas no hubiera importado la precisión temporal por razones de exactitud histórica, como para nosotros historiadores modernos, sino para poder interpretar las profundas implicaciones cosmológicas escondidas en el día 7-cocodrilo o 8-viento, en el cual los representantes de dos civilizaciones muy distintas, Moctecuzoma y Cortés, se encontraron cara a cara por primera vez.

 

[1] Según una hipótesis que voy a desarrollar en un artículo de investigación que planeo escribir próximamente, el anclaje entre el tonalpohualli y el primer día del primer año del calendario mexica se dio exactamente el día sábado 17 de febrero de 1403 (día 1-conejo, año 1-conejo en la correlación de Alfonso Caso).

[2] Véase la Matrícula de tributos.

Para citar: Gabriel Kruell, Un encuentro de calendarios, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/index.php/amoxtli/1822/1822. Visto el 30/04/2024