Conquistadores africanos

De los pasajes menos conocidos de la empresa de conquista que emprendió Hernán Cortés, es la participación de africanos como activos conquistadores. Una de las razones de dicho desconocimiento se debe a que en las crónicas de conquista de origen español la mención de los africanos es marginal, ya que regularmente son sólo nombrados como negros, esclavos o siervos.

Aunque es importante subrayar que sí existió la participación involuntaria de esclavos africanos en dicha empresa, no puede decirse que haya sido la única. En este caso, en los últimos años, gracias a investigaciones académicas, se han podido rescatar desde historias de vida, hasta información más general que sustenta la participación de africanos y afrodescendientes dentro de la conquista y colonización que realizaron los españoles por distintas regiones del continente americano.

De esta forma, se  sabe que Juan Valiente participó en la conquista de Perú  y de Chile, Juan Bardales en la de Honduras y Panamá. Antonio Pérez es mencionado como jinete y capitán en la conquista de Venezuela, donde también participa Juan Portugués. Pedro Fulupo, por su parte, aparece en la conquista de Costa Rica, y Sebastián Toral en la conquista de Yucatán, México (1540), sólo por mencionar unos casos. Algunos de estos conquistadores cruzaron el Atlántico como hombres libres buscando explorar y encontrar riqueza en los nuevos territorios. Otros, emprendieron el viaje como esclavos, pero después de su participación en las diversas conquistas obtuvieron como recompensa su libertad, así como cargos, oro, tierras, encomiendas y pensiones.

En el caso de México, existen evidencias de que Juan Garrido participó en la caída de Tenochtitlan, aunque en momentos no tan favorables para la empresa de conquista, pues su mención se da tras la derrota de la “Noche triste” (1520). Garrido fue uno de los conquistadores que ayudó a rescatar los cuerpos de sus compañeros caídos y posteriormente a construir una capilla para darles entierro.  

Al parecer, este conquistador, desempeñó además un papel cercano a Cortés, al ser mencionado como el “siervo” al que se le encomienda sembrar las primeras semillas de arroz y trigo. Asimismo, integró la expedición de reconocimiento y control que envía Cortés a la región de Michoacán y a las costas de Zacatula (1523-1524), localizadas en lo que es ahora la Costa Grande del estado de Guerrero. Posteriormente Garrido regresó a dicha región (1528),  en una expedición personal en búsqueda de oro, después de adquirir un crédito que le permite adquirir esclavos y equipo de mina.

Las investigaciones en torno a su vida señalan que también ocupó el oficio de portero de la Ciudad de México (1524-1526), de pregonero y de cuidador del acueducto de Chapultepec. Los últimos datos que se pueden rastrear sobre Juan Garrido, refieren a que en 1540 seguía aún con vida, pues en este año elabora su “probanza de mérito” (documento que forma parte del Archivo General de las Indias, ubicado en Sevilla, España), que envía a la corona, para informar sobre sus contribuciones en las conquistas en el Nuevo Mundo. En este informe, menciona que está casado y tiene tres hijos; sin embargo, la suerte parece haberle cambiado, pues también menciona que es muy pobre. Seguramente Juan Garridó envió esta descripción de su hazañas como conquistador con la esperanza de recibir alguna recompensa en los últimos años de su vida.

Por las características de su historia de vida, es muy posible que Juan Garrido haya sido el conquistador africano representado en el Códice Azcatitlan, sujetando a un caballo y siendo parte de la descripción indígena de la empresa de conquista. En esta imagen es el africano, entre todos los conquistadores, incluyendo al propio Cortés, quien es llevado a un primer plano de importancia visual a través del uso del color empleado por el pintor indígena.

El conquistador africano del Azcatitlan, más allá de poder ser Juan Garrido, es sin duda uno de los personajes de la empresa que quedaron en la memoria indígena como uno de los integrantes que más les impactaron. Situación que coincide con la narración vertida en el libro XII de la Conquista, del Códice Florentino, de Fray Bernardino de Sahagún, donde los informantes indígenas mencionan que los hombres negros y no sólo los hombres blancos españoles, fueron tomados como “dioses” (ver ficha).

Esta mención encuentra concordancia con las impresiones que tuvieron los indígenas tlaxcaltecas de los cuerpos negros de los hombres africanos que acompañaban dicha empresa. Así, Muñoz Camargo menciona que en los primeros momentos del encuentro, los tlaxcaltecas no sabían si esos hombres negros se pintaban de ese color,  como los mismos indígenas solían hacerlo, o si se trataba de los dioses del agua; que también eran pintados de este color (ver ficha).

Como se puede observar, la importancia de los conquistadores africanos no solo devela la inconsistencia de una conquista militar sólo lograda por hombres españoles, sino que también abre un panorama más amplio de las primeras impresiones causadas en los indígenas, por esos hombres que arribaron por el Oriente.

 

Referencias bibliográficas:

 

Gerhard, Peter, “A Black Conquistador in Mexico”, en: Slavery and Beyond. The African Impact on Latin America and the Caribbean, editado por Darién J Davis. Wilmington, Delaware: Jaguar Books on Latin America, 1995.

 

Muñoz Camargo, Diego,  Descripción de la ciudad y provincial de Tlaxcala de las Indias y del Mar Océano para el buen gobierno y ennoblecimiento dellas, Ed. facsímil de Manuscrito Glasgow, estudio René Acuña. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, 1981.  

 

Restall, Matthew, “Black Conquistadors: Armed Africans in Early Spanish America”. The Americas 57, No. 2, (2000): 78-114.

 

_____, Los siete mitos de la conquista española. España: Ediciones Paidós Ibérica, 2004.

Para citar: Rosario Nava Román, Conquistadores africanos, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/442/463. Visto el 28/03/2024