Dos historias de la segunda mitad del siglo XVI: Bernal Díaz del Castillo y Francisco Cervantes de Salazar.

Dos historias de la conquista escritas fuera del ámbito religioso dominan el panorama novohispano de la segunda mitad del siglo XVI: la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de  Bernal Díaz del Castillo (Medina del Campo, ca. 1496-Santiago de Guatemala, 1584), y la Crónica de la Nueva España de Francisco Cervantes de Salazar (Toledo, 1514-México, 1575).

Coinciden ambas en el proceso de su escritura, anterior a la década de 1560, y se disparan por la inconformidad ante la difusión de la Historia de las Indias y Conquista de México de Francisco López de Gómara (1552), centrada en la figura de Hernán Cortés. Comparten una visión distinta y crítica ante ésta, no obstante ser una referencia obligada. Reflejan, en contraste, una empatía y sentido de pertenencia a la tierra, que podríamos llamar ethos criollo.

Historia y Crónica aportan sendas versiones testimoniales ante la obra de Gómara, escrita sin la certeza de lo presencial ni la experiencia del Nuevo Mundo. Se erigen como manifestación de la causa de los conquistadores, que consiste en obtener reconocimiento, títulos y propiedades. En el caso de Bernal, las encomiendas son la base de su economía y sustento familiar.

Bernal escribe aparentemente de memoria, a partir de su experiencia y en cuanto uno de los conquistadores más antiguos por haber participado en las tres expediciones salidas de Cuba: la de Hernández de Córdoba, la de Juan de Grijalva y la de Cortés;  su historia “verdadera” se propone corregir los errores de Gómara, y su tendencia a avalar  sucesos milagrosos como la presencia del apóstol Santiago en ciertas batallas o el “Salto de Alvarado”. Contrapone su verdad testimonial al  buen estilo e influencias de un historiador de prestigio; se convierte por otro lado en portavoz del colectivo de los soldados y conquistadores, obligados a presentar “probanzas de méritos”, si bien en el momento en que escribe, el soldado-cronista dice que de los antiguos conquistadores  “sólo viven cinco”.

Llegado al Nuevo Mundo en 1514, Bernal escribe después de una larga trayectoria (que incluye la toma de México y la expedición a las Hibueras), cuando es “vecino y regidor” de Santiago de Guatemala, gobernación perteneciente a la Audiencia de los Confines pero muy ligada a la Nueva España.

Bernal no ignora la trascendencia de los sucesos de que ha sido protagonista y testigo y es consciente de la importancia de las historias publicadas; aspira a que la suya lo sea también para reparar una injusticia y contribuir a que los hechos no caigan en el olvido. Busca también la fama y dejar algo valioso a sus descendientes.

Hoy sabemos que Bernal, que ha causado polémica al grado de negársele la autoría de su Historia, no era ningún iletrado y que guardó mapas, cartas y otros documentos. Lector de la novela de caballería Amadís de Gaula, se sostiene incluso que tuvo una (pequeña) “biblioteca” y que consultó otras obras además de la Historia de Gómara; principalmente a Gonzalo de Illescas y Paolo Giovio (Jovio), a quienes menciona repetidas veces.

Cervantes de Salazar llega a la Nueva España en 1550, entre otras cosas para dar clases en la Real y Pontificia Universidad de México. De formación humanista, discípulo de Alonso de Venegas y de Luis Vives, maestro de Retórica en la Universidad de Osuna, cuenta entre sus antecedentes la dedicatoria a Hernán Cortés de su “glosa” al Diálogo de la dignidad del hombre de Hernán Pérez de Oliva. En México se relaciona con las autoridades del Ayuntamiento de la ciudad, algunos de ellos antiguos conquistadores, quienes lo contratan para que escriba una historia acorde a sus intereses.

Cervantes se dedica a recoger testimonios verbales y textuales entre los conquistadores sobrevivientes y consigue “memoriales” como el de Alonso de Ojeda y la Relación de Montaño, entre otros, hoy desaparecidos, que lo proveen de interesantes anécdotas. Además de Gómara, cita seguidamente a Motolinía entre sus fuentes.

Experimentado en la glosa –o comentario– de textos renacentistas, Cervantes lleva a cabo una recreación de la conquista al introducir expresiones, refranes y diálogos pronunciados por Cortés, Jerónimo de Aguilar, Moctezuma, Xicoténcatl, Magiscatzin, Cristóbal de Olid,  Hernando de Barrientos, entre otros. Aporta así una mezcla de dinamismo y retoricismo al relato histórico.

No por identificadas con el grupo de conquistadores y sus descendientes, dejan estas dos historias de manifestar un interés en común con la tierra y sus habitantes: Bernal, vgr. subraya su decisión de no usar el hierro para esclavizar a los naturales cuando fue regidor en Guazacualco (Coatzacoalcos), y Cervantes estudia las fiestas de los indios y cuenta que en Michoacán conoció a los hijos del Cazonci, especialmente al segundo, don Antonio, “a quien yo muy familiarmente traté”. Entre los descendientes de conquistadores se cuenta por igual a mestizos, como los hijos de Pedro de Alvarado  y a criollos, como Alonso de Ávila,  sobrino del conquistador y regidor de la ciudad (Cervantes).

Ninguna de estas dos obras se publicó en su día. 

El manuscrito de la Crónica de la Nueva España (título no ológrafo), inconclusa, fue llevado a España en 1566 por el visitador Jerónimo de Valderrama, enviado por Felipe II para controlar los graves conflictos entre los conquistadores y la Corona durante la estancia de Martín Cortés en México. No se publicó sino hasta 1914, tras ser hallado en los estantes de la Biblioteca Nacional de Madrid.

Bernal corrió con mejor suerte al llamar la atención del fraile mercedario Alonso Remón, quien revisó e introdujo cambios en el manuscrito que el regidor de Guatemala había enviado a España en 1575, el cual se publicó en Madrid en 1632 (conocido como “Manuscrito Remón”, hoy desaparecido). Otro manuscrito se quedó en Guatemala, y en él siguió haciendo correcciones su autor. Éste se publicó por primera vez en 1904 y  actualmente se considera el más confiable: el “Manuscrito Guatemala”,  se conserva en el Archivo General de Centro América, en Guatemala.

Pese a sus coincidencias, no sabemos hasta ahora que Bernal tuviera conocimiento de lo que escribía Cervantes ni viceversa. Menos leída que la Historia del soldado, la del humanista es también una obra indispensable en la historiografía novohispana del siglo XVI.

 

Para saber más:

  • DÍEZ-CANEDO Aurora, “Francisco Cervantes de Salazar” en Historiografía mexicana, coordinación general Juan A. Ortega y Medina, Rosa Camelo. vol. II. La creación de una imagen propia. La tradición española, tomo I. Historiografía civil. México, coordinación, Rosa Camelo, Patricia Escandón, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2012, pp. 345-364.

www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/317_02_01/historiografia_civil.html

  • MARTÍNEZ MARTÍNEZ, María del Carmen, “Bernal Díaz del Castillo: memoria, invención y olvido”, en Revista de Indias, 2018, vol. LXXVIII, núm. 273, pp. 399-428.

http://revistadeindias.revistas.csic.es

  • MIRALLES OSTOS, Juan, Prólogo a Francisco Cervantes de Salazar. Crónica de la Nueva España, México: Editorial Porrúa, 1985, (Biblioteca Porrúa, 84), pp. IX-XXXIX.

 

  • SERÉS, Guillermo, “Sobre la disputada autoría de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, LXXXIX, 2013, 15-6.

http://www.cervantesvirtual.com

  • TURNER, Guillermo. La biblioteca del soldado Bernal Díaz del Castillo. México, Ediciones El Tucán de Virginia/ Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2016.
Para citar: Aurora Diez-Canedo, Dos historias de la segunda mitad del siglo XVI: Bernal Díaz del Castillo y Francisco Cervantes de Salazar., México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2624/2623.%C2%A0. Visto el 22/04/2024