La memoria tlaxcalteca de la conquista

A partir de 1540, los gobernantes de Tlaxcala comenzaron a escribir la historia de sus victorias como conquistadores. Habían pasado apenas dos décadas después de haber conquistado México-Tenochtitlan junto con los españoles y unos cuantos años tras la culminación de campañas militares realizadas para someter pueblos desde Guatemala, El Salvador y Nicaragua en el Sur, hasta Sinaloa y Pánuco en el norte. Estas campañas que constituyeron lo que se llamó la Nueva España, un espacio mucho más amplio que el viejo “imperio” de los mexicas.

Los tlaxcaltecas presentaron su propia versión de la conquista donde ellos eran los principales triunfadores en los murales pintados en la Casa Real de la nueva ciudad de Tlaxcala, en códices como el llamado Manuscrito de Texas, en gigantescas telas pintadas como el Lienzo de Tlaxcala y también en largos textos escritos en español como la Historia y la Relación geográfica de Tlaxcala de Diego Muñoz Camargo. Además, desde este periodo tan temprano comenzaron a realizar bailes rituales, como las danzas de “moros y cristianos” y otras ceremonias que conmemoraban los hechos de las conquistas y construían una memoria colectiva y pública de los mismos, inspirada por los religiosos cristianizadores pero transformada y enriquecida por las tradiciones indígenas.

Estas historias visuales, escritas y rituales presentaban todas el mismo mensaje, lo que demuestra que fueron producidas por una tradición de memoria histórica altamente desarrollada. Afirmaban, en primer lugar, que los gobernantes tlaxcaltecas adoptaron la religión católica de manera voluntaria desde 1519, lo que los convirtió en aliados legítimos de los conquistadores españoles. Ensalzaban a la figura de Malintzin, como símbolo de la alianza con los españoles, y la asociaban a la virgen María como símbolo de la nueva religión. Presumían y detallaban la participación y el papel militar esencial de Tlaxcala en la derrota primero de los mexicas en la toma de México-Tenochtitlan y luego en la conquista o sometimiento de más de 50 pueblos diferentes, desde Quetzaltentango hasta Culiacán. Enumeraban con detalle todos los servicios, bienes y apoyos que dieron a los españoles, incluyendo las mujeres nobles que se “casaron” con los capitanes de Hernán Cortés y luego los acompañaron a sus sucesivas conquistas. En suma demostraban que la Muy Noble y muy Leal Ciudad de Tlaxcala, construida ya con la traza de una ciudad cristiana, se había convertido gracias a sus conquistas en el centro del nuevo orden político y religioso de la Nueva España.

Con estos propósitos, las historias fueron exhibidas, leídas, recitadas y bailadas en Tlaxcala ante los propios habitantes de la ciudad, ratificando de esta manera su nueva identidad de cristianos chichimecas conquistadores. También fueron presentadas en Nueva España y en España ante los funcionarios de la Corona y el rey mismo. El propósito era exigir el reconocimiento español a los méritos y servicios de Tlaxcala y obtener privilegios y mercedes a cambio. A lo largo del siglo XVI, el gobierno de Tlaxcala envío al menos siete embajadas a España y todas regresaron triunfantes tras haber conseguido que su ciudad fuera declarada como autónoma y sólo pudiera ser gobernada por sus naturales, que ninguna de sus tierras fuera despojada y que ningún tlaxcalteca fuera esclavizado, dado en encomienda o sometido a los españoles, que sus nobles fueran reconocidos como nobles españoles y pudieran vestirse como españoles, montar a caballo y usar armas de hierro y fuego y mucho más. Estas concesiones demostraron el reconocimiento de los españoles a la importancia de Tlaxcala, su agradecimiento por sus invaluables servicios y el otorgamiento de un estatus especial a la ciudad, como principal aliada de los españoles, no como un pueblo vencido o conquistado. Y la ciudad de Tlaxcala supo mantener y defender sus privilegios durante todo el régimen colonial, exhibiendo siempre copias y versiones de las historias visuales del siglo XVI.

Por otro lado, hay que señalar que esta memoria tlaxcalteca constituye la más temprana versión histórica de la conquista, pues es anterior a las que hicieron los españoles. El Lienzo de Tlaxcala fue pintado en 1552 unos años antes de que se publicara la Historia de la conquista de México de Francisco López de Gómara y casi tres décadas antes de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, sobre la que tuvo grandes influencias, como demostramos en el amoxtli Bernal Díaz del Castillo, conquistador tlaxcalteca (https://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2354/2348).

La tlaxcalteca es también la versión más completa de la conquista: ninguna historia escrita por los españoles menciona tantas campañas diferentes ni el sometimiento de tantas regiones de la Nueva España. Esto por el simple hecho de que ningún capitán español ni ninguna expedición conquistadora singular participó en todas ellas, ni Hernán Cortés, ni Pedro de Alvarado. Sólo los tlaxcaltecas estuvieron presentes en cada una, por eso sólo ellos las pueden mencionar con tanto detalle. De hecho, hasta la actualidad ninguna historia académica de la conquista ha logrado ser tan exhaustiva como el Lienzo de Tlaxcala.

Finalmente, podemos afirmar que la memoria tlaxcalteca de la conquista fue la más conocida y la más influyente entre la inmensa mayoría indígena de la población de la Nueva España, más incluso que las historias elaboradas por los españoles. Las imágenes, textos, danzas y ceremonias elaborados por los tlaxcaltecas en el siglo XVI fueron copiados, repetidos, reproducidos y difundidos por toda la Nueva España durante los siguientes tres siglos, entre los propios tlaxcaltecas que se establecieron en muchas regiones de la misma como colonos, y entre otros pueblos indígenas, nahuas, otomíes, incluso huicholes.

Para empezar, esta versión tenía la ventaja de estar escrita y contada en náhuatl, una lengua mucho más conocida que el español y que se entendía en toda la Nueva España. Por otro lado, sus imágenes reunían la iconografía cristiana y la lengua visual simplificada del grabado europeo con la tradición pictográfica mesoamericana, lo que las hacía fáciles de entender y fáciles de copiar por los nativos. Tan exitosas han sido como herramientas de comunicación visual que la mayor parte de los libros sobre la conquista publicadas en los últimos años en México y España utilizan las imágenes copiadas del Lienzo de Tlaxcala en sus portadas. Asimismo, la memoria tlaxcalteca fue representada y conmemorada una y otra vez en danzas y ceremonias religiosas en cientos de pueblos diferentes. Por ejemplo, está en el origen de la famosa danza de concheros que surgió en la región del Bajío en el siglo XVIII y se practica hasta nuestros días por todo México y más allá.

En contraste, las historias escritas por españoles circularon mucho menos, las imágenes producidas por españoles fueron mucho más tardías y tampoco fueron copiadas por los nativos, las ceremonias religiosas impuestas por los frailes cristianizadores fueron reinterpretadas por los indígenas. En suma, se puede concluir que la conciencia histórica que los habitantes indígenas de la Nueva España tuvieron de la conquista fue en buena medida la que construyeron los tlaxcaltecas, es decir, la visión de los indígenas conquistadores que se consideraban cristianos y vencedores, nunca vencidos ni derrotados.

Queda por contar la historia de cómo, a partir del siglo XIX, la memoria histórica tlaxcalteca ha sido negada y desautorizada por los nacionalistas, ignorada por las académicos que suelen dar menos valor a las imágenes y a las palabras indígenas que a las españolas, y finalmente tergiversada al grado de ser incluida en la Visión de los vencidos, al lado de las historias de sus enemigos derrotados, los mexicas. En este como en tantos terrenos, la destrucción y menosprecio del mundo indígena que solemos atribuir al malvado colonialismo de la conquista “española” del siglo XVI es en realidad producto del nacionalismo intolerante de los “mexicanos”.

 

Para citar: Federico Navarrete , La memoria tlaxcalteca de la conquista, México, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2619/2616. Visto el 27/03/2024